https://milenio.com| | Miércoles, 26 de Agosto de 2020| 10:02
Es muy interesante lo que está sucediendo los domingos por la tarde, por la noche, en Las Estrellas.
¿Qué? Que pase lo que pase, ahí van a estar las grandes audiencias de la televisión abierta privada nacional.
No importa si es un programa de concursos, el estreno de una comedia o la final de una telenovela.
¿Cuál es la nota? Que Televisa consiguió algo que parecía imposible a estas alturas de la historia de la televisión, justo cuando más canales y más ventanas tenemos a nuestro alcance.
Televisa consiguió convertir las tardes y las noches de Las Estrellas es una tradición para las audiencias del siglo XXI.
Desde los tiempos de Siempre en domingo, cuando el consorcio de Emilio Azcárraga era un monopolio, que no veíamos algo así.
Y sí, en aquellos tiempos era lógico, pero ahora, no. Aquí hay una muy afortunada lluvia de contenidos, pero, además, una muy inteligente estrategia de programación.
¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque el domingo pasado, entre Vecinos y Un minuto para ganar VIP, se estrenó la cuarta temporada de Una familia de diez y aquello fue el cañonazo del fin de semana.
No había manera de que no triunfara porque, más allá de que estuvo excelente, estuvo perfectamente bien arropada.
¿Qué le puedo decir de lo nuevo de Una familia de diez? Que me parece impresionante lo divertido, lo diferente, lo entrañable y lo atinado que puede llegar a ser este programa unitario.
¿Por qué divertido? Porque no hay manera de verlo y de no reír con sus situaciones, con sus personajes, con sus parlamentos y, por supuesto, con esas grandiosas actuaciones.
Y créame, divertirse hoy, con tanto odio, con tanta amargura, es un privilegio que no podemos dejar de atesorar.
¿Por qué diferente? Porque por increíble que parezca, hoy tenemos una saturación de comedias que son como malas copias de experimentos humorísticos de otras culturas y el resultado es o muy aburrido, o muy ambicioso, o muy grosero.
Una familia de diez siendo comedia tradicional, popular, familiar, comedia para televisión abierta, es, irónicamente, diferente. ¡Bravo!
¿Por qué entrañable? Porque aquí se da un fenómeno muy especial donde, por un lado, estamos viendo las aventuras de una familia que nos recuerda a la nuestra.
Pero, por el otro, estamos viendo a una familia de actores tan famosa, tan querida, que cada una de esas actrices, cada uno de esos señorones, termina por ser alguien muy querido para el público.
¿Por qué atinado? Porque si sumamos este joven clásico de la televisión nacional con otras aportaciones cómicas recientes de Televisa como Vecinos, La parodia, 40 y 20, Lorenza y Renta congelada vamos a descubrir algo parecido a una diversidad.
Eso es lo que hace rica a Televisa, que nunca está haciendo lo mismo.
El humor de Una familia de diez es mucho muy distinto al de 40 y 20, como el humor de 40 y 20 no tiene nada qué ver con el de Vecinos.
Aquí tenemos una lección más de lo que es y debe ser hoy la televisión abierta privada de una nación como la nuestra.
Yo quisiera aprovechar para felicitar públicamente a Jorge Ortiz de Pinedo y a todos, a absolutamente todos los involucrados en esta producción, desde los escritores hasta los actores, porque no cualquiera se avienta un espectáculo tan bonito en una época tan fea.
Ustedes saben a lo que me refiero. Mis respetos.
alvaro.cueva@milenio.com
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