Pastor Héctor de Luna
Si alguna vez han plantado una semilla, saben lo que es esperar con ansias el momento en que brotará algo. En la vida, todo lo que hacemos, decimos y decidimos es como plantar una semilla. Gálatas 6:7 nos dice: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también cegará." Aquí encontramos un principio espiritual universal respecto a la siembra, que podemos ver tanto en la agricultura, como en las relaciones y en nuestra vida espiritual. Todo tiene consecuencias, ya sean buenas o malas.
CONSECUENCIAS DE LA SIEMBRA
Gálatas 6:8 nos explica: "Porque el que siembra para su carne, de la carne cegará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cegará vida eterna." Las dos opciones que tenemos son sembrar en la carne o sembrar en el espíritu. Sembrar en la carne significa vivir conforme a los deseos egoístas, priorizando placeres temporales. Las consecuencias de esta siembra serán vacío, destrucción y separación de Dios. Un ejemplo de ello es alguien que busca el éxito a costa de su integridad.
Por otro lado, sembrar en el espíritu es vivir guiados por el Espíritu Santo, buscando agradar a Dios y edificar a otros. Las consecuencias de esta siembra serán paz, gozo, plenitud y vida eterna. Un ejemplo de ello es alguien que decide perdonar en lugar de guardar rencor.
TODOS SOMOS AGRICULTORES ESPIRITUALES
Como aplicación práctica, es importante entender que todos somos una especie de agricultores. Nuestras decisiones son semillas que, tarde o temprano, darán fruto. Permítanme darles algunos ejemplos, tanto positivos como negativos. Entre los ejemplos positivos, podemos mencionar sembrar bondad en las relaciones. Proverbios 11:25 dice: "El alma generosa será prosperada." Otro ejemplo positivo es sembrar tiempo en la palabra de Dios, lo que resultará en un crecimiento espiritual.
Sin embargo, también existen ejemplos negativos. Si sembramos discordia o chismes, enfrentaremos relaciones rotas. El que siembra pereza, experimentará fracaso o estancamiento. Para todo esto, se requiere paciencia tanto en la siembra como en la cosecha, ya que la cosecha no es inmediata. Esto requiere fe, perseverancia y paciencia. Cuando siembras una semilla, luego crece una planta, pero no de un día para otro. Así también la fe requiere esperar el momento perfecto de Dios.
PACIENCIA EN LA SIEMBRA
Gálatas 6:9 nos dice: "No nos cansemos, pues, de hacer el bien, porque a su tiempo cegaremos, si no desmayamos." Si estás sembrando bien, aunque no veas resultados ahora, confía en que Dios no se olvida de tu esfuerzo. El ejemplo perfecto que tenemos es Jesús, quien sembró su vida con obediencia y amor al Padre. ¿Cuál fue la cosecha? Salvación y vida eterna para la humanidad.
EVALUACIÓN PERSONAL
Hoy quiero preguntarte: ¿Qué estás sembrando? Recuerda que cada acción, palabra y decisión tiene consecuencias. ¿Estás sembrando en el espíritu o en la carne? Te invito a evaluar tu vida y a comprometerte a sembrar de manera sabia y justa. Hebreos 6:10 nos recuerda: "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el amor que habéis mostrado por su nombre."
ORACIÓN FINAL
Te invito a terminar conmigo con una breve oración:
"Señor, ayúdanos a sembrar con sabiduría, paciencia y fe. Enséñanos a vivir de manera que nuestra cosecha glorifique tu nombre."
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