Sábado, 22 de Febrero de 2025
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 15 de Enero al 21 de Enero 2016

Tiempo

Tiempo

Rodolfo del Ángel del Ángel



El tiempo se va, ¿tú dices? ¡Ah, no! ¡Ay!, el tiempo se queda, quien se va soy yo. - Henry Dobson

Sabia virtud de conocer el tiempo, dice la conocida poesía hecha canción. Una leyenda que nos llega de oriente nos cuenta de un caminante que encontró a un hombre llorando, entre quejas y ayes, debajo de una palmera, al preguntarle por el motivo de su congoja el hombre le respondió: -Es que he perdido la joya más valiosa del mundo y jamás podré recuperarla. -Pues ¿qué clase de joya es esa? -Es una joya engastada en oro puro con veinticuatro perlas, cada una de ellas con sesenta diamantes. - Pues vaya que sin duda es la joya más valiosa de la cual haya escuchado alguna vez, ¿qué clase de joyero pudo haberla diseñado, y de qué manera llegó a perderla? - Ha sido un día, un día de mi vida que he gastado miserablemente y ya no podré recuperarlo.

Ciertamente que el tiempo transcurre inexorablemente, en este sentido es un recurso irreparable. Cada instante de nuestra vida ya transcurrido se ha ido definitivamente, lo verdaderamente decisivo, entonces, es si supimos vivir esos momentos, de los cuales queda solamente el lamento o la satisfacción por lo vivido. Me parece que con frecuencia vivimos en este mundo como si fuésemos dueños del tiempo, o bien como si este no transcurriera. La realidad es que el tiempo corre, como las manecillas del reloj, independientemente del hecho de que sepamos o no sacar provecho del mismo. Cuando alguien nos pregunta por la edad que tenemos solemos decir: "tengo tantos años", cuando en realidad esos son justamente los años que no tenemos, ya transcurrieron, se fueron definitivamente, así sean 10, 24 o 50 años. Solo tenemos el momento presente con todas sus posibilidades y a nosotros nos corresponde decidir cómo vamos a emplear ese tiempo valioso que se nos concede como una oportunidad única e irrepetible. Con frecuencia nos quejamos de que no tenemos suficiente tiempo, y no caemos en cuenta de que todos contamos con las mismas 24 horas de cada día. Tanto a la persona más ocupada del mundo, así como a la más ociosa se le concede el mismo tiempo de cada día. No hay un solo ser privilegiado en este mundo que goce de dos o más horas adicionales, ni siquiera un segundo más de ese tiempo. Esto nos hace pensar que el tiempo es un recurso que debemos administrar sabiamente, ello exige que establezcamos claramente nuestras prioridades e intereses y, como la oportunidad de cada día es irrepetible, es necesario que nos aseguremos que lo que hacemos con nuestro tiempo valga la pena, pues de nada valen los arrepentimientos, que en todo caso, son tardíos e inútiles. Del tiempo mal empleado solo podemos obtener la experiencia, para aprovechar lo mejor posible el que nos quede todavía.

Solemos decir, por ejemplo: "¿Cómo se me ha ido el tiempo?" La realidad es que el tiempo no se va a ningún lugar, ha transcurrido simplemente al ritmo acostumbrado, mientras que nosotros hemos hecho mucho menos de lo que debíamos.

"El tiempo es oro y debemos gastarlo con prudencia", se nos ha dicho toda la vida. Pero ¿Tenemos acaso alternativa de no gastarlo?

"El tiempo vuela", decimos como una exclamación, cuando en realidad lo que queremos significar es que no hemos alcanzado lo que esperábamos dentro del tiempo que disponíamos.

"El tiempo lo resolverá", decimos en vez de afirmar que la situación se resolverá, si le damos el tiempo adecuado.

Hablamos de la "tiranía del tiempo", asignándole una capacidad de acción que no tiene, en vez de reconocerlo como un periodo durante el cual queremos realizar un número excesivo de tareas.

Después de todo, el tiempo no es oro ni tampoco un artículo del que podamos disponer; no va a ninguna parte, no podemos acelerarlo ni retardarlo; no es un objeto que podamos comprar ni cambiar por otra cosa; no es una fuerza asoladora como la del mar ni tampoco un juez inescrutable, ni un sanador omnisciente.

El tiempo es, según lo define el diccionario, "el periodo durante el cual continúa una acción o un proceso. Al igual que la arena en el reloj, así son los días de nuestra vida. Ante tal realidad no nos queda más que dirigirnos a Dios y pedir junto con el escritor sagrado: "Enséñanos lo que valen nuestros días, para que adquiramos un corazón sensato" (Salmo 90:12 V.L.)

 


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