Angie Fields
Identificarlas y entenderlas es un paso importante hacia el crecimiento emocional y la sanación.
Las cinco heridas de la infancia es un modelo psicológico propuesto por la terapeuta canadiense Lise Bourbeau. Este modelo sugiere que las personas pueden experimentar heridas emocionales en su infancia, producto de su relación con sus padres o cuidadores, y que estas heridas pueden afectar su vida adulta.
Según Lise Bourbeau, cada herida está relacionada principalmente con uno de los padres. Sin embargo, en mi opinión personal, esto no siempre aplica. Por ejemplo, si una herida se atribuye al padre, pero tú creciste sin él, entonces esta herida podría originarse en la figura masculina que estuvo presente en tu vida, como un abuelo, tío o hermano. Por eso, te recomiendo que identifiques tus heridas y, aunque es útil saber quién las originó, no te límites a la idea rígida de que ciertas heridas corresponden exclusivamente a mamá o papá.
Las cinco heridas de la infancia
1. RECHAZO.
Esta herida aparece cuando la persona siente que no la aman o aceptan, que siempre es rechazada o alejada. Un ejemplo clásico es el niño que siempre es el último en ser escogido para los juegos. Imagina a Juanito, Pedrito y Laurita siendo elegidos, mientras que Oscarito queda al final, sintiéndose rechazado y pensando que nadie lo quiere.
2. ABANDONO.
El abandono puede ser emocional o físico y puede ocurrir incluso cuando los padres están presentes. A veces decimos: "Mis padres siempre estuvieron ahí, nunca me faltó nada". Sin embargo, ¿qué hay del aspecto emocional? ¿Te abrazaban? ¿Te decían que te querían? Si no eran muy cariñosos o había una falta de afecto, eso también cuenta como abandono. Es importante distinguir esta herida y reconocerla.
3. HUMILLACIÓN.
Esta herida surge cuando la persona siente que la ridiculizan, desvalorizan o menosprecian. Es el típico caso de bullying, donde alguien se siente juzgado, señalado y burlado. Esta herida puede originarse en la escuela y no necesariamente en casa, aunque el impacto emocional sigue siendo significativo.
4. TRAICIÓN.
La herida de traición se origina cuando alguien cercano engaña o traiciona. En la adultez, esta herida puede manifestarse en relaciones donde se atraen personas infieles o traicioneras. Esto ocurre porque, al tener tan marcada esta herida en el subconsciente, el adulto busca inconscientemente repetir ese patrón. Es importante destacar que la traición en la infancia no siempre es infidelidad; puede tratarse de otro tipo de engaño o falta de confianza que deja una marca profunda.
5. INJUSTICIA.
La última herida ocurre cuando una persona se siente victimizada o tratada de manera injusta. Esta herida suele venir acompañada de comparaciones constantes y la necesidad de reafirmación. Un ejemplo típico es cuando los padres comparan a sus hijos: "¿Por qué no eres como tu hermano, que saca puros dieces?" o "Tu hermana es mucho más educada". Aunque los padres lo hagan con la intención de motivar un cambio positivo, este tipo de comentarios genera un efecto contrario, dejando una marca emocional duradera.
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