Semana del 02 de Diciembre al 08 de Diciembre de 2022

El gran reconciliador

El gran reconciliador

Rodolfo del Ángel del Ángel

Vivimos en un mundo en guerra y al borde de una conflagración global. Las diversas maneras como estamos interconectados en la actualidad propician que también que los conflictos se globalicen. La guerra con su estela de destrucción y de muerte es un claro ejemplo de a condición caída de la humanidad. Esta guerra comenzó en el Edén cuando el ser humano le dio la espalda a su Creador, menospreciando la vida y las bendiciones que generosamente había recibido como un don. Desde entonces la guerra está anidada en el corazón humano.

Es doloroso ver cuánto dinero se destina a los conflictos armados como el que ahora se vive en el este de Europa entre Ucrania y Rusia. Todo ese armamento que produce una enorme devastación, sufrimiento y pérdida de vidas humanas, implica cantidades millonarias de un dinero que podría aliviar el hambre y la enfermedad en el mundo. Por otra parte, la inteligencia que Dios concedió al ser humano se invierte en crear armas cada vez más letales, cuando debiera ser empleada en la búsqueda del bien común de la familia humana.

¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia este mundo en guerra? Ciertamente que las posibilidades de influir directamente en el conflicto son escasas. No obstante, tenemos la oración que es un recurso espiritual más poderoso que cualquier arma letal. Oremos por la paz del mundo, pero también en nuestro entorno construyamos la paz. Lo podemos hacer de diversas maneras, primero, siendo personas que renuncian a toda forma de violencia y siguiendo la enseñanza y el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo siendo pacificadores. En las bienaventuranzas encontramos estas palabras de nuestro Señor: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". (Mateo 5:9) Es desafiante entender el sentido de estas palabras, no se nos llama solamente a ser pacíficos.

Es una virtud tener un cáracter pacífico, ser una persona que no incita el conflicto, pero lo que el Señor Jesús quiere es que seamos pacificadores, es decir, agentes activos de reconciliación en el mundo, de tal manera que, por nuestro compromiso con la paz, de manera valiente podamos trabajar porque reine el entendimiento y la concordia. Nuestra familia es un buen lugar para comenzar a alentar la armonía y al enseñar a nuestros hijos a construir relaciones basadas en el respeto y el diálogo.

Luego, traslademos esta actitud y disposición a otros espacios donde nos desenvolvemos. Es verdad que esta es la tarea más difícil y desfiante en una mundo donde abunda el conflicto, el autoritaritarismo y la ruptura, pero, precisamente ese es mundo en el cual Jesús nos llama para ser luz y testimonio. Recordemos que nuestra gran inspiración es el Señor Jesucristo, el gran reconciliador que por su muerte de cruz nos llevó de nuevo al Padre haciendo cesar la guerra que iniciamos en el Edén. Su cruz es nuestra inspiración. El madero vertical representa la obra redentora que nos ha reconciliado con el Padre, el madero horizontal el abrazo hacia la humanidad que ahora converge en la fe del Señor.

No solo la humanidad es reconciliada allí, sino la entera creación que ha de ser restaurada definitivamente al final de los tiempos. Oremos por la paz y construyamos la paz con acciones concretas que envíen al mundo el mensaje de la gracia de un Dios que, teniendo el derecho de condenar justamente a una humanidad caída, ha querido reconciliarnos con Él por medio de la muerte y la resurrección de su Hijo