Semana del 13 de Diciembre al 19 de Diciembre de 2024

El reflejo de un México polarizado: violencia y descomposición en la política

El reflejo de un México polarizado: violencia y descomposición en la política

La reciente escena protagonizada en el Senado de la República por Adán Augusto López y Enrique Vargas no es un episodio aislado. Más allá de la anécdota del enfrentamiento, lo ocurrido refleja con precisión el estado actual de nuestra política: polarización, falta de argumentos y un preocupante alejamiento de los principios básicos del diálogo democrático.

Durante una sesión en la que se discutían leyes secundarias relacionadas con la reforma al Poder Judicial, un tema de enorme relevancia para el futuro institucional del país, los senadores optaron por los golpes antes que los argumentos. Adán Augusto, líder de la bancada de Morena, se lanzó contra Enrique Vargas, del PAN, en un acto que no solo evidenció la falta de autocontrol, sino también la ausencia de respeto por el recinto legislativo y su propósito.

Este espectáculo bochornoso es un reflejo de un ambiente político cada vez más agresivo, en el que las diferencias se dirimen no con propuestas o debates, sino con trancazos. Lejos de encontrar soluciones, los legisladores se convierten en protagonistas de escenas que recuerdan peleas callejeras, mientras los problemas estructurales del país permanecen sin atender.

¿DÓNDE QUEDÓ EL DEBATE?
En lugar de aportar al fortalecimiento del sistema judicial o discutir cómo implementar reformas clave, los senadores cayeron en actitudes que distan mucho de la altura que exige su investidura. Peor aún, la reacción de quienes presenciaron el enfrentamiento —algunos deteniendo únicamente al senador del PAN mientras Adán Augusto retrocedía teatralmente— refuerza la percepción de un sistema que normaliza el abuso de poder y la parcialidad.

La violencia en el Senado es, tristemente, una postal de lo que ocurre en el país. Un México donde el discurso del odio ha germinado con fuerza y donde la violencia se ha normalizado en todos los niveles, desde los tiroteos en las calles hasta las disputas en las cámaras legislativas. La violencia no distingue ámbitos ni escenarios; permea la política, la sociedad y hasta la cotidianeidad.

UN REFLEJO DE LA POLARIZACIÓN
Lo que vemos en las cámaras no es más que el resultado de un clima de odio que ha sido sembrado y cultivado durante años. En lugar de buscar consensos, se fomenta la confrontación; en lugar de priorizar el bien común, se alimenta el fanatismo y la división. Como lo expresó Enrique de la Madrid al renunciar al PRI, "no quiero abonar a la polarización de este país", un mensaje que hoy cobra una vigencia dolorosa.

La política debería ser el arte de resolver conflictos, el espacio donde se construyen soluciones y se fortalece el tejido social. Sin embargo, lo que presenciamos es la destrucción de esa esencia. Los representantes de la ciudadanía han perdido de vista su misión y han caído en el juego de protagonizar escándalos, dejando de lado la búsqueda de justicia social o el fortalecimiento de nuestras instituciones.

UNA OPORTUNIDAD PERDIDA
Es lamentable que quienes tienen el poder de cambiar el rumbo de México lo desperdicien en pleitos sin sentido. La discusión política no debería ser un espectáculo de golpes o gritos, sino un ejercicio de diálogo que enriquezca nuestra democracia. Lo que vimos en el Senado no solo daña la imagen de nuestras instituciones, sino que envía un mensaje desolador a la ciudadanía: si quienes hacen las leyes actúan así, ¿qué podemos esperar del resto del país?

México merece algo mejor. Es momento de que los políticos recuerden por qué están ahí: no para representarse a sí mismos o a sus partidos, sino a una ciudadanía que exige soluciones, no espectáculos. Porque, al final del día, lo que ocurre en las cámaras legislativas no es un problema ajeno; es un reflejo de un México que, si no cambia su rumbo, seguirá atrapado en el ciclo de violencia y polarización que nos afecta a todos.

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