Sinaloa atraviesa una de sus peores crisis de violencia. La escalada entre dos grupos delictivos ha teñido el paisaje social y económico del estado con una sombra de incertidumbre y miedo. Las desapariciones forzadas, ya una realidad cotidiana en México, se han intensificado en el estado, y las familias que viven este flagelo claman por justicia en medio de la indiferencia gubernamental.
En este contexto, María Isabel Cruz Bernal, líder del colectivo Sabuesos Guerreras, alza su voz para denunciar la indiferencia y la falta de acciones efectivas de las autoridades. Según María Isabel, la situación actual es insostenible: "Estamos viviendo una fuerte crisis a raíz de estos dos grupos delincuenciales que están en pleito casado, no que ya tenemos más de casi un mes en esta guerra sin fin".
La violencia, que no discrimina entre sectores sociales o económicos, ha impactado directamente en la vida diaria de los sinaloenses. Comercios cerrados, trabajos perdidos y la inseguridad como parte de la rutina son solo algunas de las manifestaciones de esta crisis. Las desapariciones, que se cuentan por cientos en cuestión de días, son el reflejo más doloroso de este enfrentamiento. "El número mayor es para las desapariciones que se dieron a una por hora. Tenemos más de 200 desaparecidos, al menos cerramos con 195 personas, pero las cifras se siguen moviendo", explica Cruz Bernal con una mezcla de dolor y resignación.
LA INVISIBILIDAD DE LAS DESAPARICIONES
Para María Isabel y las cientos de madres y familiares que integran los colectivos de búsqueda, el dolor es un compañero constante. "El dolor de tener un familiar desaparecido no tiene una descripción. No te podría decir ‘me duele aquí o me duele allá’. Solo las personas que tienen un familiar desaparecido entienden lo que sentimos", dice. Este sufrimiento, sin embargo, no solo proviene de la ausencia de sus seres queridos, sino también de la indiferencia que enfrentan, no solo por parte del gobierno, sino de la sociedad misma.
Uno de los aspectos más devastadores de esta situación es la falta de empatía de aquellos que no han vivido la desaparición de un ser querido. "La misma familia te juzga: ‘ya vas a llorar, ya déjalo, ya no va a regresar, ya está muerto’. Todo eso lastima, y uno tiene que escuchar y callarse", lamenta María Isabel.
Este fenómeno no es exclusivo de Sinaloa, pero en un estado donde la cultura del narcotráfico y la violencia están profundamente arraigadas, hacer conciencia se vuelve aún más difícil. La líder del colectivo señala que incluso en las escuelas los niños se burlan de quienes trabajan en estos temas: "Los niños se burlan de uno, dicen ‘yo quiero ser como esos grandes capos’ y te preguntas, hasta dónde estamos llegando. Estamos normalizando la violencia".
UN GOBIERNO SORDO Y CIEGO
Uno de los temas recurrentes en las denuncias de los colectivos de búsqueda es la falta de apoyo y acción por parte de las autoridades, especialmente del gobierno federal. "Estamos solas, completamente solas", afirma Cruz Bernal, quien lamenta la falta de estrategias claras para prevenir nuevas desapariciones y encontrar a los desaparecidos. En un contexto donde se esperaba que la llamada "Cuarta Transformación" trajera cambios significativos, la realidad ha sido otra. "El nuevo color no tiene precisamente eso, no hay. No somos tema de conversación, para ellos no existen los desaparecidos", sentencia.
El gobierno de López Obrador, que se jactó de su compromiso con los desaparecidos, ha dejado mucho que desear. "El gobierno que salió hizo el censo de desaparecer a los desaparecidos, porque de 115 mil desaparecidos lo bajó hasta 12 mil. Estaban desapareciendo cantidades de desaparecidos", denuncia la activista. La desconfianza hacia las instituciones se ha profundizado al ver cómo se manipulan las cifras y cómo los discursos oficiales distan mucho de la realidad que enfrentan las familias.
A pesar de la gravedad de la situación, el tema de las desapariciones forzadas no ocupa un lugar destacado en la agenda pública. "Para el gobierno federal no somos tema. Solo existen 43 desaparecidos, pero los nuestros también cuentan. Somos más de 120 mil personas desaparecidas en todo el país, sin contar a los migrantes y los que no denuncian", señala María Isabel.
LA URGENCIA DE NO CALLAR
Frente a esta realidad desoladora, Cruz Bernal hace un llamado a la sociedad para que no espere a vivir la tragedia de una desaparición para solidarizarse con las familias afectadas. "No esperen a estar de este lado y a tener un familiar desaparecido. Que se solidaricen con las madres que tenemos un familiar desaparecido, que vivan un día en una búsqueda, en una marcha, en una pega, y van a sentir esa vibra de dolor que nadie quiere sentir", insta.
El mensaje es claro: no se puede normalizar la violencia, no se puede seguir viviendo como si nada mientras cientos de familias lloran la ausencia de un ser querido. La desaparición forzada es una herida abierta en el país, una herida que no cicatrizará hasta que el gobierno y la sociedad entera reconozcan su gravedad y actúen en consecuencia.
En medio de este contexto de violencia e indiferencia, los colectivos de búsqueda continúan su lucha incansable. Para ellos, cada día es una oportunidad más para exigir justicia, para encontrar a los suyos y para recordarle al mundo que, detrás de cada cifra, hay una vida, una historia, una familia rota. Como concluye María Isabel, "griten fuerte, fuerte si les pasa, porque solo cuando alzamos la voz es cuando empezamos a ser escuchados".
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