Yesenia Rivera
Le ha tocado sufrir en carne propia la imposibilidad de salvarles la vida a familiares
AntolÃn Guerrero Márquez nació en una comunidad llamada La Libertad, perteneciente al municipio de Ciudad Valles, conformada únicamente por su familia, donde el único contacto que pudieron desarrollar fue con la naturaleza, y para estudiar tenÃa que hacer un recorrido de alrededor de 10 kilómetros, junto con sus hermanos acudÃan a la Escuela "Librado Rivera", en el ejido La Estribera.
La vida le dio la oportunidad más tarde de desarrollarse en Cárdenas, San Luis PotosÃ, después regresó a Ciudad Valles a terminar la preparatoria y de aquà partió a Nuevo León, donde tuvo la oportunidad de terminar la carrera como médico cirujano partero.
En ese entonces hizo su servicio social en una comunidad denominada Soledad allá mismo, más tarde por ser una persona tranquila regresa a Ciudad Valles en 1992, fue entonces que surgió un brote de cólera y se agregó como voluntario a la Jurisdicción Sanitaria, porque no existÃa personal médico suficiente para atender las diarreas que se generaron, y fue asà como se integró a los Servicios de Salud.
Ingresó como médico al Centro de Salud de la colonia Juárez y más tarde el doctor Alejandro Núñez Silvana le habló para el área de EpidemiologÃa, después fue designado a un área llamada Atención de Salud Materna Infantil, en donde estuvo desempeñándose por años.
Pasados los años, sin mayor aviso recibe una llamada a las 9:26 de la noche del primero de abril del año 2019, estando en la PanaderÃa La Fe, donde le decÃan que al dÃa siguiente tendrÃa que presentarse en San Luis PotosÃ, donde le darÃan unas instrucciones, y fue a recogerlas y la sorpresa fue que regresaba como Director de la ClÃnica Hospital del ISSSTE de Ciudad Valles.
Lleva fungiendo como doctor 30 años, y le tocó ver la alta mortalidad materna, como prenatal en Aquismón por tétanos, aunque siendo sincero, comenta, él no vio cuadros de tétanos, el vio niños que habÃan muerto por tétanos.
Rememora uno de los temas que más llamaron su atención en 1992, cuando llegó el cólera, una enfermedad que causó que las salas de urgencias estuvieran repletas de niños que morÃan por deshidratación debido a la diarrea.
"Las salas estaban llenÃsimas, hacÃamos un suero oral con azúcar, sal y un litro de agua, este suero era casero y asà era como se salvaban a los niños, después ya sale el sobrecito de vida suero oral, cuando llega el cólera, que obliga a los municipios a acaparar el sistema de abastecimientos y tiene esto un alto impacto, tanto que ahora es difÃcil que un niño fallezca por una diarrea, porque los sistemas de cloración mejoraron mucho", expresa.
"Previo a esto ya se escuchaba de una enfermedad que tenÃa un gran impacto, causaba mucho miedo, mucha angustia, el personal de Salud le tenÃa temor, como ahora se le tiene pavor al coronavirus, esa enfermedad se llamó SÃndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y cuando ésta se va perfilando en ciertos grupos poblacionales y comienzan a llegar los primeros grupos a los hospitales, no se sabÃa exactamente la forma de transmisión y se tenÃa una enorme angustia y temor en los Servicios de Salud", admite.
"Desaparecieron aquellas jeringas metálicas, con agujas también metálicas que utilizaban las señoras de los ranchos en una cajita de peltre y donde las hervÃan, asà era como desinfectaban, donde quiera encontrabas personas agujeradas, como consecuencia de las abscesos que se hacÃan, infecciones que ocurrÃan por reutilizar mucho el material médico, llega el SIDA y obliga a que mucho material sea desechado, cuando llegan estos problemas sanitarios la sociedad evoluciona", destaca.
"Quién dijera que mucho más tarde llegarÃa esta enfermedad del coronavirus que nadie nos la esperábamos, en realidad los médicos nos estábamos preparando para recibir la fiebre amarilla, que en un par de años es probable que la veamos en otro paÃs, pero no un problema como al coronavirus", comenta.
"El coronavirus es una enfermedad que se puede definir como la enfermedad de la soledad, ya que obliga al enfermo a aislarse, solo, donde ya no hay oportunidades del último adiós, dice un colega -éramos felices y nunca nos dimos cuenta-, llegó la pandemia y nos ha hecho ver otros rostros, estamos ahorita en ese aparto social donde las cosas han cambiado, la percepción de la vida nos ha obligado a tener nuevas caracterÃsticas de vivir, a la comunidad en general le ha dado un nuevo concepto de ciudadanÃa", agrega.
Pero considera que lo más difÃcil que ha enfrentado como médico fue en marzo del 2006, al darse cuenta que su madre padecÃa de cáncer de hÃgado y no tenÃa elementos con qué enfrentar esta enfermedad, fue asà como después de un par de años su madre se fue, después en el año del 2019 se enfrenta a una situación similar con una de sus hermanas, que presentaba un cuadro clÃnico parecido a una gripa y dos semanas después falleció por un carcinoma, del cual ya no pudo hacer nada, después se vuelve a repetir la misma historia con otra hermana que enfrentó una enfermedad, de la cual tampoco pudo rescatar.
"Entonces, prepararse para preservar la vida y encontrar a los tuyos que no los puedes ayudar como quisieras, porque la naturaleza te limita, que tus alcances no lleguen... es una sensación de respeto a la vida", lamenta.
Esos incidentes, lo han llevado a considerar las decisiones que se tienen que tomar al estar al frente de una institución que trata con el dolor, con la seguridad del ser humano.
Como médico de consultorio se encontró con mujeres que se encontraban en el estigma de ser madres solteras y la imperiosa necesidad de querer interrumpir un embarazo, "tuve la oportunidad de platicar con muchas de ellas, hoy me las topo con sus hijos, que son todos unos profesionistas, al ver esto es una gran satisfacción, de ver que pude ayudar a una vida", confiesa.
"Si pudiera volver a elegir de nuevo mi profesión, elegirÃa ser médico, quizás no ser un súper especialista, pero sà un ser humano y estar en contacto, y poder ayudar a los demás seres humanos", finaliza.
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