Sábado, 14 de Junio de 2025
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 13 de Junio al 19 de Junio de 2025

El desastre anunciado: La presa "Las Escobas" y el colapso de la gobernabilidad técnica

El desastre anunciado: La presa "Las Escobas" y el colapso de la gobernabilidad técnica



En San Luis Potosí hay una presa que no existe, pero que lleva décadas pesando como una losa sobre la política pública en materia de agua. Su nombre es Las Escobas, y aunque no ha sido construida, ya se ha ganado un lugar en el panteón de los proyectos inconclusos de este país. Lo que debería ser una solución a los problemas hídricos de la zona metropolitana se ha convertido en un símbolo del desgobierno, la improvisación y la mediocridad técnica de quienes deberían estar al frente de las instituciones.

Durante años, Las Escobas ha sido prometida, anunciada, presentada en planes de desarrollo y hasta contemplada por la Federación. Esta última administración no fue la excepción. Con agua escasa y una crisis hídrica a la vuelta de la esquina, el gobierno federal pidió una cosa sencilla al gobierno potosino: presenten el proyecto ejecutivo para poder asignar presupuesto. Nada más. Pero ni eso pudieron hacer.

Se trataba de un solo proyecto. No de una docena. No de un paquete carretero ni de un tren interoceánico. Solo una presa. La fecha límite para entregarlo era el 30 de mayo. ¿Y qué pasó? Nada. No se entregó. El funcionario a cargo de la Comisión Estatal del Agua fue removido, no por decisión propia, sino porque lo sacaron a patadas, como bien dijo el periodista Samuel Roa en el programa Altavoz. Se fue como se van los que fallan en lo elemental, pero no sin dejar un boquete profundo en la confianza ciudadana y en la credibilidad institucional.

Y es que este no es un hecho aislado. Es parte de un patrón. Hay funcionarios que han llegado a sus cargos no por capacidad, no por experiencia, sino por lealtades. Por saber adular. Por saberse "cromar" con eficiencia al gobernador, como se dice en el argot popular. ¿El resultado? Proyectos parados, conflictos sin resolver y una ciudadanía cada vez más desesperanzada.

Porque, como también se mencionó en Altavoz, mientras el delegado de Conagua a nivel local es incapaz de articular siquiera un plan de contingencia, a nivel federal hay técnicos serios que ya están pensando en estrategias hídricas para los próximos 20 o 30 años. Pero San Luis Potosí no podrá formar parte de esos planes si ni siquiera puede cumplir con el mínimo requisito de presentar un proyecto básico. El rezago, en este contexto, es una decisión política.

La torpeza no solo se limita al tema de Las Escobas. Casos como el de Tanque Tenorio, la falta de planes cívicos, o el resurgimiento del conflicto agrario en Coconal, muestran un patrón peligroso: problemas que el gobierno dice tener resueltos, pero que revientan una y otra vez porque nunca se resolvieron realmente. El caso de Coconal, con trabajadores secuestrados en su propio centro laboral, da cuenta de cómo la falta de compromiso institucional afecta directamente a ciudadanos comunes, mientras la narrativa oficial sigue hablando de acuerdos que nunca se materializan.

¿Y qué pasa cuando se arrastran estos conflictos por años? Nada bueno. Como en el caso del Libramiento Valle de Tamuín, donde a más de una década de haberse inaugurado, todavía hay tramos en disputa por la famosa "monetización" del terreno. ¿Dónde quedó el dinero? ¿Qué hizo el llamado "Rey del Moche", César García Coronado, con los recursos públicos? Esas son preguntas que siguen sin respuesta, como tantas otras.

La raíz del problema es clara: gobernar sí requiere ciencia. Requiere técnica, planeación, capacidad de diálogo y sobre todo, compromiso con el bien común. No basta con lealtades personales ni con una actitud campechana para salir en la foto. Gobernar no es un acto de fe, ni un reality show. Es una responsabilidad compleja que, cuando se toma a la ligera, deja huellas profundas en la vida de la gente.

Y no, no se necesita "mucha ciencia para hacer pendejadas", como bien ironizaba Samuel Roa citando al propio presidente López Obrador. Pero para construir, para resolver, para planear el futuro de una región, sí se necesita algo más que ocurrencias. Se necesita liderazgo técnico y voluntad política.

Lo de Las Escobas no es una anécdota. Es una señal de alarma. Una advertencia de que si no se corrige el rumbo, la crisis hídrica no solo llegará, sino que lo hará sin que tengamos ni un solo vaso para recoger el agua de la lluvia. El tiempo corre y la incapacidad sigue costando. Si esta administración estatal quiere dejar algo más que excusas, ya no puede permitirse otro error como el de Las Escobas.

Porque no hay otra forma de decirlo: el agua se está acabando, y el tiempo también.

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