En un país donde el dolor y la impunidad se han normalizado, las madres buscadoras nos recuerdan que no podemos dejar de mirar hacia esas fosas clandestinas, porque ahí yace la verdad que muchos prefieren ignorar.
La semana pasada, San Luis Potosí volvió a ocupar titulares nacionales, pero no por buenas noticias. La Asociación Voz y Dignidad por los Nuestros reveló el hallazgo de fosas clandestinas en la zona media del estado, una realidad que sacude y confronta al México profundo, el México de la impunidad, del miedo y de la incertidumbre, que parece no tener fin.
Edith Pérez Rodríguez, madre buscadora y representante del colectivo, ha dedicado años a la incansable búsqueda de desaparecidos en el estado. Su relato es desgarrador, una radiografía del país en el que, desde hace más de una década, la desaparición forzada y la violencia extrema se han normalizado peligrosamente.
"Cada semana desaparecen cuatro o cinco personas en el estado. ¿A dónde van? ¿Dónde los dejan? En Ciudad Valles, Rioverde, Ciudad Fernández, siempre hay alguien que no vuelve a casa: una chica, un muchacho, un anciano. Y nosotros, sus familias, somos quienes salimos a buscarlos", cuenta Edith con voz firme, pero cargada de tristeza.
El colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros ha tomado en sus manos la tarea de buscar lo que el Estado no busca. Semana tras semana recorren terrenos inhóspitos, bajo el abrasador sol de la Huasteca, soportando largas caminatas, espinas, víboras y hambre, todo en busca de algún rastro de sus seres queridos.
"Ahora encontramos esta zona de exterminio... es terrorífica, dolorosa, tremenda. Pero al menos ya no estarán más ahí, abandonados. Hay una pequeña luz de esperanza en saber quiénes son y darles una despedida digna", explica Edith Pérez.
EL MIEDO Y LA DESCONFIANZA: EL GRAN ENEMIGO
Las palabras de Edith son un espejo del miedo que ha arraigado en la sociedad. La desconfianza ha crecido tanto que incluso los vecinos temen denunciar lo que ven. "Ya nadie se atreve a hablar, ni siquiera en chisme, porque no sabes quién es quién. Si lo comentas, puedes ser tú el siguiente en desaparecer", lamenta.
El miedo no es infundado. Edith narra cómo varias personas han sido amenazadas después de denunciar o simplemente intentar compartir información. "La gente tiene mucho temor. Van a la Fiscalía, denuncian, y al poco tiempo ya los están buscando, les mandan mensajes amenazantes por Messenger o por teléfono. ¿Cómo confiar en la autoridad si eso pasa?"
Ese clima de desconfianza ha sido un terreno fértil para el crecimiento de las células delictivas, mientras las familias enfrentan la incertidumbre constante. Padres y madres trabajan largas jornadas, muchas veces sin saber qué hacen sus hijos o cómo obtienen bienes costosos. "Los padres, por las mismas exigencias económicas, no pueden vigilar cada paso de sus hijos. Eso también ha permitido que la delincuencia crezca", señala la madre buscadora.
LA INDIFERENCIA DE LAS AUTORIDADES Y LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS
Edith Pérez no se guarda críticas hacia las instituciones. Afirma que las autoridades siempre han minimizado el número de desaparecidos en la región, y apunta directamente a la Comisión de Derechos Humanos, tanto estatal como nacional.
"La Comisión de Derechos Humanos es una bofetada para las víctimas. Debería ser una entidad autónoma, pero está coludida con quienes no quieren que se sepa la verdad. Desde 2016, cuando se emitió un informe de desaparecidos, hasta ahora no ha pasado nada. He sido consejera de esa comisión, pero no pude seguir ahí levantando la mano para aplaudirle a la presidenta. No voy a ser palera de nadie", denuncia Edith con indignación.
En su opinión, el papel de estas instituciones debería ser clave para combatir la impunidad, pero lejos de eso, han sido cómplices de un sistema que invisibiliza y revictimiza a las familias de los desaparecidos.
LA FERIA Y EL MÉXICO DE LA SIMULACIÓN
La ironía también tiene un lugar en esta tragedia cotidiana. Edith menciona cómo en eventos como la Feria de Ciudad Valles, parece que todo está bajo control. "No pasa nada durante la feria, ni desaparecidos hay... pero después de eso vuelve todo. ¿Qué significa eso? Es parte del México real", afirma.
Esa realidad es brutal y ha colocado a San Luis Potosí en el ojo del huracán. La "capital del mundo" —como se conoce a Rioverde— se ha convertido, en palabras de Edith, en la "capital del mundo de la inseguridad". Mientras tanto, las autoridades locales parecen más preocupadas por mantener las apariencias que por atender la crisis.
LA LUZ DE LA ESPERANZA: LA RESISTENCIA DE LAS MADRES BUSCADORAS
Pese a todo, el trabajo de las madres buscadoras sigue siendo una muestra de resistencia y esperanza en medio del horror. La búsqueda incansable no solo es un acto de amor por sus seres queridos, sino un grito de justicia que exige ser escuchado.
Pedro García, uno de los muchos que sigue de cerca la labor del colectivo, envió un mensaje de reconocimiento para Edith durante una charla pública: "Un amplio reconocimiento a su trabajo, a su labor de dar esperanza a las familias de los desaparecidos".
Ese trabajo no debería ser necesario, pero lo es. Ojalá, como dice Edith Pérez, las autoridades federales volteen a ver a San Luis Potosí y hagan algo para detener esta tragedia. Mientras tanto, la tarea de las madres seguirá, bajo el sol abrasador y con la esperanza de encontrar lo que la violencia les arrebató.
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