En estas fechas de reflexión, unión y amor, el panorama en México sigue marcado por la violencia.
Este año cerrará como el más violento en la historia reciente del país, un hecho que algunos han denominado "la masacre del bienestar". Mientras el discurso oficial insiste en que la inseguridad está disminuyendo, los hechos y testimonios dibujan una realidad muy distinta.
"El presidente López Obrador cerró su sexenio con 190,000 homicidios, pero sabemos y hemos comprobado que esconden al menos un 30% de los homicidios", denuncia Bryan LeBarón, activista y miembro de una familia que ha sufrido de manera directa los estragos de la violencia en México. "El día de la masacre de mi familia, fueron nueve asesinatos, tres mujeres y seis niños, pero los datos oficiales solo reportaron cinco", asegura. Este ocultamiento sistemático de cifras evidencia un problema estructural que va más allá de los números.
UNA ESTRATEGIA FALLIDA
El panorama en estados como Sinaloa, Chiapas y Guanajuato es un reflejo de una estrategia de seguridad que ha fracasado. Los ataques a plena luz del día contra fuerzas policiales y militares no solo exponen la debilidad del Estado, sino también la consolidación de los cárteles como entidades que operan con impunidad. LeBarón señala que "estamos viviendo una situación donde los criminales buscan tomar el control total de muchas zonas del país. En cualquier otro país del primer mundo, atacar a policías o al ejército sería considerado terrorismo. Aquí, ni siquiera se investiga bajo ese marco legal".
La desconexión entre el discurso oficial y la realidad es alarmante. Mientras las autoridades hablan de una disminución en los índices delictivos, la violencia sigue escalando. "Si no se pudo reducir la violencia en seis años, ya es tiempo de cambiar estrategias", enfatiza LeBarón. El problema no solo radica en la falta de resultados, sino en la negación de aceptar que las acciones actuales no son suficientes para enfrentar la magnitud de la crisis.
LA GLORIFICACIÓN DEL CRIMEN
Otro factor preocupante es la normalización de la cultura del narcotráfico, promovida por corridos tumbados, series de televisión y una narrativa que glorifica a los criminales como figuras aspiracionales. "Es muy triste que los jóvenes vean en ellos un modelo de éxito rápido basado en el dinero fácil, la violencia y el poder", lamenta LeBarón.
La falta de un reconocimiento oficial de los cárteles como grupos terroristas también contribuye a esta percepción distorsionada. "En el momento en que llamemos a estas personas por lo que son: terroristas, y eduquemos a la sociedad para que los vea como enemigos del país, podremos empezar a desmitificar su figura", sostiene el activista.
RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL Y SOBERANÍA EN RIESGO
Mientras México evade clasificar las acciones de los cárteles como terrorismo, en Estados Unidos ya se ha dado ese paso. La masacre de la familia LeBarón fue reconocida por un juez federal como un acto de terrorismo, marcando un precedente que contrasta con la postura del gobierno mexicano. Esta inacción podría llevar a que otras naciones tomen medidas que trasciendan la soberanía nacional.
"Si México no pone orden en su casa, otros países lo harán. Estados Unidos ya considera medidas extremas, y aunque debemos respetar nuestra soberanía, no podemos ignorar el impacto que nuestras acciones —o la falta de ellas— tienen en otros países", alerta LeBarón. El problema del fentanilo, que cobra casi 100,000 vidas al año en Estados Unidos, está directamente ligado a los cárteles mexicanos, lo que agrava la tensión entre ambas naciones.
LLAMADO A LA ACCIÓN
La masacre del bienestar no solo refleja un fracaso gubernamental, sino también una crisis social que demanda atención inmediata. La insistencia en estrategias que no funcionan, combinada con la glorificación del crimen y la negación de la magnitud del problema, coloca a México en una situación crítica.
"Es tiempo de reconocer nuestros errores y enfrentar la realidad. Si no lo hacemos, no solo estaremos condenando a nuestra generación, sino también a las futuras", concluye LeBarón.
En una época donde la paz y la reflexión deberían prevalecer, México enfrenta un escenario marcado por la violencia, la impunidad y la desesperanza. Cambiar esta narrativa exige valentía, compromiso y, sobre todo, una estrategia que priorice la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos.
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