Amalia Ãvalos
La tormenta Alberto, a pesar de su intensidad y la gran cantidad de agua que trajo consigo, no causó los temidos destrozos que muchos anticipaban.
Desde el principio, sabÃamos que Alberto serÃa una tormenta significativa. Con una presión baja desde su formación, estaba claro que se desarrollarÃa como una tormenta tropical. Sin embargo, las previsiones indicaban que las zonas más afectadas serÃan Tampico, Madero, Altamira, y el norte de Veracruz. Aunque anticipábamos lluvias fuertes, no esperábamos las intensas precipitaciones torrenciales que finalmente se dieron en Nuevo León, el norte de Tamaulipas, el centro de la República Mexicana, y la Huasteca, incluso hasta Coahuila.
Es crucial entender cómo funcionan estas tormentas. Las bandas de la tormenta tropical giran en contra de las manecillas del reloj, lo que significa que los núcleos más intensos de precipitaciones golpean primero al norte y al sur. AsÃ, mientras el norte de Tamaulipas y el sur de Texas recibieron las lluvias más fuertes, nuestra región en el centro tuvo menos impacto directo. La tormenta tocó tierra entre Altamira y Tampico Madero, trayendo lluvias significativas pero manejables.
Uno de los efectos más notables de Alberto fue el aumento en el caudal de nuestros rÃos y sistemas lagunarios. El rÃo Guayalejo, por ejemplo, se salió de su cauce, mostrando la fuerza y el volumen de agua que trajeron las lluvias. Esta abundancia de agua, aunque problemática en ciertos aspectos, también trajo beneficios significativos. Después de una sequÃa prolongada de más de ocho años en varias partes de México, la lluvia fue una bendición para el campo y la ganaderÃa. Nuestros sistemas de captación de agua se llenaron, y el impacto positivo en la agricultura y la ganaderÃa será significativo.
Sin embargo, no podemos ignorar los desafÃos que acompañan a estas lluvias. Las zonas propensas a inundaciones, como las colonias bajas, sufrieron. La avenida Hidalgo en Tampico, por ejemplo, se vio seriamente afectada por el aumento del nivel del agua, lo que nos recuerda que cada beneficio tiene su contraparte de perjuicio. Afortunadamente, el efecto de Alberto está pasando rápidamente, y ya estamos viendo una disminución en el potencial de lluvias intensas.
LAS FAKE NEWS
El papel de la información precisa y la educación meteorológica es crucial en estos momentos. Durante eventos como estos, es común ver una gran cantidad de información falsa circulando en las redes sociales, lo que genera pánico innecesario. Es esencial confiar en fuentes oficiales como el Servicio Nacional de MeteorologÃa y el Centro Nacional de Huracanes de Miami. Ellos son los que tienen la última palabra y la veracidad sobre el desarrollo y comportamiento de estos fenómenos naturales.
LAS CATEGORÃAS
Al discutir sobre las categorÃas y la evolución de estos sistemas, es vital entender los términos básicos. Todo empieza con una perturbación o una onda tropical, que puede desarrollarse en una depresión tropical si las condiciones son adecuadas. Si continúa creciendo, se convierte en una tormenta tropical, y eventualmente, puede convertirse en un huracán o ciclón, dependiendo de la fuerza de sus vientos y otras caracterÃsticas. Es interesante notar que el término huracán se usa en el Atlántico, el Caribe y el Golfo de México, mientras que ciclón es más común en el PacÃfico.
Además, términos como tifón y Willy Willy se utilizan en diferentes regiones del mundo para describir fenómenos similares. Esta variedad de términos puede llevar a confusión, pero todos describen el mismo proceso meteorológico.
En resumen, aunque Alberto trajo consigo desafÃos, también nos dejó importantes beneficios. Nos recordó la necesidad de estar preparados y bien informados, confiar en fuentes oficiales y entender la naturaleza de estos fenómenos. La lluvia, aunque a veces problemática, es una bendición que revitaliza nuestra tierra y sustenta nuestras vidas. Y mientras enfrentamos los desafÃos inmediatos, como las inundaciones, no debemos olvidar los beneficios a largo plazo que nos traerán estas aguas tan necesarias.
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