Mariel Sánchez
Con rostro marcado por las arrugas propias de la edad, al llevar años de exponerse al sol, al clima seco de esta región, ellos, los boleros, no saben de bloqueadores solares, sino de trabajo responsable, de necesidad, de hambre, y por sacar adelante a sus familias, porque cualquier inclemencia del tiempo, nunca será impedimento para que no estén a la caza de una boleada de calzado, compartir un sesudo análisis, aún con una epidemia en curso.
Distribuidos en distintos puntos del Centro Histórico, principalmente en el Palacio Municipal y en los alrededores del jardÃn de la Plaza de Armas, los lustradores de calzado, son una estampa fiel, diaria en el ir y venir de los potosinos.
El Muñiz es uno de ellos, es uno de los lustradores de calzado más solicitados, por su genuina simpatÃa, su charla amena, se ha ganado reconocimiento, además, por ser uno de los que tiene más años, en la práctica de ese oficio en la Plaza de Armas.
Su verdadero nombre Bernabé Ãvila RamÃrez, mejor conocido como El Muñiz, posa sus manos resecas sobre los zapatos que diariamente tiene que hacer relucir, principalmente corresponden al calzado de burócratas de oficinas como Palacio de Gobierno, la secretarÃa de Finanzas, del Congreso del Estado, para quienes la apariencia y pulcritud, es imprescindible para su imagen, porque como los ven, los tratan, dice el dicho.
"El brillo del calzado, es la pureza de tu alma, allà reflejas en el calzado como eres, si eres dejado, si eres vale... esto, el aseo del calzado es una buena costumbre un hábito al que todos deberÃan regresar, porque aparte de que se les conserva más y siempre lucen bien; aunque traigan el pantalón roto, un calzado bonito, casi todas las personas es en lo primero que se fijan, lo demás, son modas pasajeras, pero la limpieza y la elegancia en un calzado hace que nos miren mejor", puntualizó.
Los que saben, dicen que El Muñiz, es el mejor analista polÃtico popular que hay, pues ha visto pasar a decenas de polÃticos y funcionarios públicos, todos se van, pero el permanece en el lugar. Con todos, Bernabé ha cruzado palabras, largas charlas sobre el acontecer diario que alcanza al Congreso, Palacio de Gobierno, el Supremo Tribunal de Justicia del Estado, partidos polÃticos, seguridad, justicia y más.
El apodo de El Muñiz se lo debe a un cuate, según cuenta "aquà habÃa una persona que a todos los que llegaban les ponÃa apodo, el mÃo no estuvo tan peor, a otros compañeros les puso 'El Tirotas', 'El Mame', 'El Chupete', 'La Victoria', pero el mÃo está pasable", dice entre risas.
Originario del Barrio de Tlaxcala, a muy temprana edad aprendió el oficio de bolero, siendo un niño, lo que le dificultaba entender el por qué ocurrÃan ciertas cosas.
"Yo trabajaba en mi barrio, pero iban los de la unión de aseadores de calzado y nos recogÃan los cajones, decÃan que porque les quitábamos el trabajo, nos consideraban una competencia; cuando los veÃamos gritábamos para echarnos el pitazo y corrÃamos con nuestras cosas, pero si nos agarraban nos quitaban el cajón, lo dejaban en Palacio Municipal, y tenÃamos que venir a recogerlo hasta acá y pagar una multa más o menos de 40 centavos, tenÃa alrededor de 8 años, estaba chavillo, actualmente tengo 63", menciona rememorando esos ayeres.
El famoso lustrador, relató que de tanto dar vueltas y pagar multas para pagar su cajón, empezó a hacer amistad con los bole adores, lo que representó para él su primera oportunidad.
"Empecé con un señor que ya falleció, se llamaba Antonio Hernández, le faltaba un brazo; con él inicié, estábamos frente de Catedral y cuando el se iba a comer, yo me quedaba en su lugar, hasta que me quedé establecido frente al Congreso del Estado, donde ya llevo 30 años".
El Muñiz se rÃe cuando le preguntan por los integrantes de su familia.
"Tengo familia, son poquitos, son siete, jajaja, en esa época, era el promedio de una familia, ahorita ya con uno o dos se asustan; fueron tres hombres y cuatro mujeres, más mi esposa y yo, un total de nueve personas en mi familia y a través de este trabajo, he sacado a todos adelante", comenta.
El bolero asegura que este oficio es generoso, pero hay que ser constantes para ganarse a la clientela, además hay que saber ser administrado, pues hay dÃas bueno y dÃas malos.
"Ser bolero es muy noble, nada más que hay que ser administrado, porque quizá hoy me gano 100 pesos, pero mañana podrÃan ser 50 pesos, entonces hay que saber ahorrar, para que en los dÃas que no hay, que llueve o cualquier cosa, de ese poco ahorrito sacar a la familia adelante", mencionó.
A pesar de que es un trabajo redituable, el oficio y quienes lo realizan luchan por no desaparecer, lo que se ve gravemente golpeado durante la contingencia por la pandemia del coronavirus.
"En esta contingencia nos está yendo mal, pero... es muy variable... no hay una cantidad exacta, pero si sale suficiente para salir adelante con los gastos. La pandemia si nos está pegando, porque aquÃ, para todos mis compañeros y para mÃ, el 90 por ciento de los clientes son burócratas de las dependencias que se encuentran en el primer cuadro de la ciudad; desde que se fueron por la contingencia, empezó a disminuir el trabajo y el otro 10 por ciento son empleados que ya no vinieron", explica con tristeza.
Muñiz recuerda que hace muchos años el costo de la boleada era menor a los 10 pesos, sin embargo, el costo ha aumentado por los cambios en la economÃa, y los aumentos de precio de las grasas, tintas, jabones, cepillos y brocha que utilizan diariamente.
Sin embargo, con dedicación, esfuerzo y arduo trabajo, hacen todo para mantener una tarifa de 20 pesos por par de calzado, los boleros luchan por que el oficio no perezca.
A pesar de la crisis que vive, Bernabé Ãvila, todos los dÃas, con gusto acude a la silla de boleado, para cumplir una jornada extenuante, de más de 10 horas, pero la satisfacción personal que le da su fama, ser experto analista, y su trabajo que permite conocer la verdadera identidad de cada alma.
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