Semana del 27 de Octubre al 02 de Noviembre de 2017

El Xantolo en Valles: Tradición viva

El Xantolo en Valles: Tradición viva

Cempasúchil: Flor decorativa del altar de muertos
Ubicada en la calle Abasolo, esquina con 5 de Mayo, en un humilde puestecito, se logra vislumbrar a una mujer de piel morena, de mediana edad y estatura similar, despachando a uno y a otro transeúnte que se detienen de vez en cuando a mirar los templetes cercanos al vetusto “Mercado Constitución”. Ella es Natalia Bautista Martínez, una comerciante de flor de cempasúchil y mandarinas, así como de otras plantas y frutas, quien es habitante del Ejido La Lima.

Y bajo una voz nítida nos dice que la flor de los muertos es traída desde Xochimilco para venderla en estas fechas en nuestra región, aunque el año anterior no haya sido tan favorable al no haberse dado tanta venta de ellas, pero espera que este sí sea más propicio, puesto que la tradición del Xantolo no debe cambiar, sino que los huastecos tienen que continuar como antes, afirma.

También vende mandarinas, y ahora se están comercializando mucho más que la flor de cempasúchil, ya que aún no llegan los días fuertes para este ornamento fúnebre, pero la fruta cítrica si se está vendiendo desde antes, porque la mayoría la compra para llevarla a las escuelas primarias, secundarias y preparatorias, donde los niños y jóvenes ya comienzan a levantar altares de muertos, muchas de las veces para concursar, y ante lo cual Natalia nos dice lo siguiente: “La tradición sólo continúa si a los niños se les inculcan nuestras tradiciones, a pesar de que existan costumbres extranjeras”.

TRADICIÓN DE FAMILIA
La abuela de Natalia Bautista Martínez era la que vendía flores todavía hace algunos años, su madre no las vendía, pero si les inculcó la costumbre de poner altares para los difuntos, adornarlos con flores, pan y otras ofrendas, desde que eran niños ella y sus hermanos.

En La Lima también se acostumbra a poner altares, -expresa-, la gente en su mayoría siempre los coloca año con año, y los días 31 de octubre y 1 de noviembre siempre elaboran los tradicionales tamales. Solamente los que pertenecen a otros credos religiosos que no sean partidarios del catolicismo no realizan ninguna de estas actividades.

Es a partir del día 25 de octubre que la exposición de la flor de cempasúchil inicia sus ventas en el mercado de Ciudad Valles, hasta que el Ayuntamiento se los permita, que por lo regular es pasando el día de muertos.

Natalia recuerda que su abuela se dedicaba a vender la flor de cempasúchil, pero ya no lo lleva a cabo, debido a que ya está avanzada de edad, y aunque sus hijos no se dedicaron a la venta de la misma, si vienen a Valles a comerciar otros productos, solamente ella es la única que sigue con la tradición de noviembre. Ella es parte del Xantolo y sus productos también.

LA VENTA DE MANDARINA
Uno más que se dedica a la venta de este tipo de productos es Juan Pérez, habitante de Matlapa, que, a sus 64 años, también se traspone en un puestecito en los alrededores de los tres mercados de la zona centro de Ciudad Valles.

Hombre delgado, achicado de estatura y piel quemada por los rayos del sol, nos cuenta que: “Apenas le estamos calando con la venta de mandarinas, pero parece que, si se está vendiendo, y ya estamos a unos días del Xantolo o Día de los muertos y hay que vender barata la mandarina, porque si la damos muy cara, luego se batalla para que salga”.

Juan Pérez afirma que muchas de las veces algunos vendedores de flores y mandarinas abusan del cliente, porque ha habido ocasiones en que el producto sobra y lo tiran, lo cual no le parece justo, pues es mejor venderla barata que tirarla, así es como le dan más salida al fruto y es como le sacan más provecho, sin desperdiciarla.

Así que para los días 24 o 25 le llega la flor de cempasúchil, y se acordó en reunión con funcionarios de la Presidencia Municipal y sus compañeros vendedores, el permiso que les da la libertad para instalarse a vender flores y otros productos relacionados a estos días tradicionales.

LAS TRADICIONES SIGUEN VIGENTES
El comerciante matlapense refiere que al llegar a los años ochenta las creencias se fueron alejando de la sociedad en crecimiento, estaban abandonando esas tradiciones por falta de auge, pero las nuevas generaciones las han retomado, porque ha sido gracias a la inculcación de padres de familia, maestros y gente motivada por sus costumbres, en los jóvenes, el que perdure esta fiesta tradicional, y expresa: “La muerte cobra vida en estos días”.

Por eso asevera que las tradiciones que muchos creían perdidas han regresado nuevamente, jamás han desaparecido como se ha comentado en los últimos años, pues muchas personas le han dado auge a la elaboración de altares, comidas típicas, danzas de huehues, ornamentación de tumbas en panteones, eventos relacionados a los muertos, sumado al apoyo de las autoridades municipales para que expongan sus productos y concursos de arcos, trajes y calaveras en escuelas y otras instituciones, lo que le ha dado vida nuevamente a todo este espectáculo de los mexicanos.

Los que apoyan esto lo hacen para recordar lo que anteriormente se ha venido haciendo, desde hace muchos años, desde nuestros abuelos, pasando por nuestros padres, porque ellos hacían los altares año con año, adornaban cada día de Xantolo.

MATLAPA Y EL COLORIDO ARCO
Juan rememora por un momento la estampa de su querido Matlapa, donde dice que todo se pinta bonito en tiempos de Xantolo, pues hasta la Presidencia Municipal es decorada acorde al día de muertos, los mercados, el cementerio y las casas, donde cada vecino enciende sus velas en sus altares, ofreciendo el muy conocido copal, el cual es un elemento prehispánico utilizado por antiguas civilizaciones de Mesoamérica para ofrendarlo a las deidades o los espíritus de los que partían al otro mundo.

Matlapa sigue con estas tradiciones, al igual que Tamazunchale, San Martín y Tampacán, –afirma–, porque en estos sitios siguen desarrollándose las famosas danzas de los huehues, acompañados con banda de música de viento, aunado a la construcción de los llamados “Arcos”, que según Juan, significan la entrada al otro mundo, hechos de varas de aquiche, que se cubren con palmilla, flor de cempasúchil y mano de león, también se le colocan las ofrendas como pan de muerto, bebidas gaseosas, alcohólicas, atole, té, agua y café; en los arcos se cuelgan las frutas como mandarinas, naranjas, toronjas o limas, y en el centro del altar se ponen las imágenes de los familiares, iluminados con velas y ofrendas como galletas, dulces, calaveritas de azúcar, así como las imágenes de Jesucristo, la Virgen María y algún santo.

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