Karen Peña | periodista deportivo
Cada cierre de torneo en el fútbol mexicano deja la misma sensación de vértigo: la impresión de que estamos frente a una etapa decisiva, un punto de inflexión que podría cambiarlo todo... aunque pocas veces sucede. La liguilla, el play-in, los réditos de la multipropiedad, los cambios de franquicia, las crisis deportivas y la eterna búsqueda de identidad de la selección nacional forman un escenario repetido año con año, pero que hoy se siente distinto.
¿Por qué?
Porque el fútbol mexicano está viviendo una reconfiguración silenciosa. Y aunque los resultados inmediatos del play-in o los nombres de los clasificados puedan ocupar titulares, lo verdaderamente trascendente está ocurriendo por debajo de la superficie.
1. EL OCASO DE PROYECTOS SIN RUMBO
Hay instituciones que todavía no encuentran la brújula. El caso de Pumas se ha vuelto emblemático: un club que solía presumir cantera y mística universitaria hoy parece apostar más por el golpe mediático que por la construcción deportiva. La llegada de figuras internacionales, el cambio constante de proyecto y la presión social han terminado por convertir a un gigante en un símbolo de desencuentro.
Pumas, como tantas instituciones en México, es el recordatorio de que no hay inversión que supla una filosofía clara. Y que sin ella, cualquier obra luce incompleta.
2. MULTIPROPIEDAD, MUDANZAS Y UN TABLERO REORGANIZADO
2025 ha traído un movimiento inusual en las estructuras del fútbol mexicano. Equipos que cambian de dueños, otros que cambian de sede, franquicias que suben o bajan dependiendo de decisiones administrativas más que de resultados.
La salida de Mazatlán y su transformación en una nueva versión del Atlante es apenas una pieza de un tablero más grande. El posible futuro del Puebla, el reacomodo de clubes ligados a grupos empresariales y la presión de cara a 2026 —cuando la multipropiedad deberá cumplir reglas más estrictas— apuntan a un reordenamiento inevitable.
El fútbol mexicano siempre ha sido negocio.
Ahora parece que, más que nunca, se comporta como tal.
3. LA GENERACIÓN QUE CARGA DEMASIADO PRONTO
Mientras la estructura se reacomoda, en la cancha surge un fenómeno que emociona y preocupa por igual: jóvenes que, a los 16 o 17 años, ya cargan el peso de ser "la esperanza del fútbol mexicano". Gilberto Mora es el ejemplo más reciente.
Su talento es innegable. Su inteligencia, visión y madurez futbolística sorprenden incluso en escenarios de alta exigencia. Pero la cuestión no es si él puede. Es si nosotros —la afición, los medios, las directivas— podemos dejar de acelerar procesos y aprender a acompañar.
La selección mexicana ha sufrido durante años por la falta de proyectos integrales, la rotación continua de técnicos y la ausencia de una identidad táctica clara. No podemos seguir depositando nuestras expectativas de reconstrucción en un solo joven cada cuatro años.
El talento existe.
Lo que no existe es paciencia institucional.
4. LAS ÁGUILAS, SIEMPRE PROTAGONISTAS PERO EN RECONSTRUCCIÓN
América ha sido, por décadas, el termómetro emocional del fútbol mexicano. Si el equipo vuela, parece que el torneo vibra. Si el equipo tropieza, se siente el eco en todas las canchas. Pero hoy las Águilas viven un momento peculiar: siguen siendo favoritas, sí, pero ya no intimidan como antes.
Las lesiones constantes, los cambios en la preparación física, la necesidad de sustituir canteranos clave y la carga emocional de un tricampeonato frustrado han dejado al club en un proceso de reajuste silencioso. No es un mal equipo; es un equipo que ya no puede ganar con la inercia de otros torneos.
América está aprendiendo, quizás a la fuerza, que la hegemonía no es eterna.
5. SAN LUIS Y EL RETO DE SOSTENER PROYECTOS SIN SOBRESALTOS
En el caso del Atlético de San Luis, la palabra clave es continuidad. El club ha apostado por mantener un proyecto, pero también enfrenta la realidad del fútbol moderno: cada jugador que se va, cada negociación que se complica, cada baja inesperada reconfigura el trabajo de meses.
La directiva ha tenido que tomar decisiones difíciles —desde salidas de jóvenes que no lograron dar el salto a primera división hasta fichajes que no se consolidaron por temas extracancha—, y el cuerpo técnico entra ahora en un periodo de evaluación natural. Las primeras jornadas del próximo torneo serán cruciales para definir el rumbo, pero al menos existe algo que otros equipos han perdido: coherencia.
6. MÁS ALLÁ DE LA LIGUILLA: LO QUE REALMENTE ESTÁ EN JUEGO
El play-in y la liguilla definirán a un campeón, sí. Pero más importante aún, están exhibiendo tendencias profundas:
Los clubes que sobrevivirán serán aquellos con proyecto, no con cheque.
La multipropiedad dejará cicatrices cuando deje de existir tal como la conocemos.
Los jóvenes talentos ya no pueden ser salvadores inmediatos; deben ser parte de una estrategia de largo plazo.
Los aficionados, cada vez más críticos, ya no toleran proyectos improvisados.
El fútbol mexicano está en un momento crucial. No por quién clasifique o quién levante el título, sino por la forma en que se está reconfigurando desde su estructura más íntima.
UN CIERRE NECESARIO
El balón seguirá rodando, como siempre. Los resultados cambiarán y la conversación semanal se moverá al ritmo de goles, polémicas y sorpresas. Pero si algo nos está enseñando este torneo —más allá de marcadores y momentos— es que el fútbol mexicano ya no puede seguir viviendo de inercias.
Está ante una oportunidad real de reinventarse.
La pregunta, como siempre, es si tendrá la valentía de hacerlo.
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