Ignacio Díaz / entrenador
En el mundo del deporte, la pregunta sobre qué debe venir primero, el entrenamiento o la competencia, es crucial para quienes inician una actividad física. En mi experiencia como coach, he visto a muchas personas que comienzan a practicar una disciplina y, movidas por el entusiasmo, deciden incursionar en competencias sin considerar los riesgos asociados a una preparación insuficiente.
Lo principal en cualquier actividad física debe ser la salud. Un entrenamiento bien estructurado no solo previene lesiones, sino que promueve una vida saludable. Sin embargo, esto requiere un acondicionamiento físico planificado y supervisado por un profesional. No se trata solo de acumular kilómetros o aumentar la intensidad cada día; el proceso debe incluir etapas claras de carga, recuperación y técnica.
LA PREPARACIÓN, CLAVE PARA EL ÉXITO
Mi recomendación mínima es de seis meses de entrenamiento continuo antes de participar en una competencia. Este tiempo, aunque puede parecer largo, es esencial para fortalecer el cuerpo y adquirir la resistencia necesaria. Un error común es entrenar de manera aleatoria o esporádica, lo que aumenta el riesgo de frustración y lesiones.
El entrenamiento debe ser equilibrado, enfocándose en desarrollar fuerza, resistencia y técnica. Cada sesión tiene un propósito: hay días para trabajar intensidad, otros para perfeccionar movimientos y algunos simplemente para recuperación. Este equilibrio solo puede lograrse bajo la guía de un profesional que adapte el plan a las necesidades y capacidades individuales de cada persona.
COMPETIR NO ES SOLO GANAR
Uno de los mayores errores al debutar en una competencia es enfocarse en ganar. Para los atletas de alto rendimiento, alcanzar el podio implica años de preparación y múltiples factores en juego. Para quienes inician, la primera competencia debe ser una experiencia para conocer, disfrutar y establecer una base sobre la cual mejorar.
La competencia, en esencia, es el reflejo del entrenamiento. Si no te preparas adecuadamente, las consecuencias pueden ser desde una mala experiencia hasta lesiones graves. He visto casos de personas que, por falta de constancia o una mala planificación, terminan pagando un alto precio físico y emocional.
EL VALOR DEL ENTRENAMIENTO
Siempre he dicho que el entrenamiento es como un ahorro: cuanto más inviertas, mayor será el beneficio. En términos simbólicos, el entrenamiento representa el 90% del esfuerzo, mientras que la competencia solo el 10%. Ese 10% es donde disfrutas los frutos de meses de trabajo constante y estructurado.
Por eso, mi consejo es simple: prioriza el entrenamiento sobre cualquier otra cosa. Invierte tiempo en desarrollar tu cuerpo y mente, confía en el proceso y en los profesionales que te guían. Al final, la satisfacción de terminar una competencia con éxito y sin contratiempos será el mejor indicador de que hiciste las cosas bien.
La clave no es competir para ganar, sino entrenar para disfrutar cada paso del camino. Solo así, el deporte se convierte en una experiencia plena y sostenible a lo largo de la vida.
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