Pastor Héctor de Luna
Lucas 6:45 nos dice: "El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno, y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca lo malo. Porque de la abundancia del corazón habla la boca." Este versículo enfatiza que nuestras palabras reflejan lo que llevamos dentro.
En la Biblia, el corazón simboliza mucho más que un órgano; representa nuestro ser más profundo: pensamientos, deseos, emociones y voluntad. Todo lo que alberga nuestro corazón, sea amor, paz, resentimiento o ira, afecta nuestras palabras y decisiones. Por eso, Jesús nos enseña a cuidar lo que entra en nuestro corazón. Si llenamos nuestro interior de cosas buenas, lo que salga de nosotros también será bueno. Pero, si guardamos rencores y resentimientos, nuestras palabras y actitudes lo revelarán.
Las emociones, como el amor, el odio, el miedo y la paz, van llenando nuestro corazón y eventualmente salen a la superficie. Proverbios 4:23 nos dice: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida." El corazón es la fuente de todo lo que somos y hacemos.
Imagina que tu corazón es como una fuente de agua pura. Si permitimos que se contamine, toda el agua que fluya se verá afectada. De la misma manera, si permitimos que nuestro corazón se llene de envidia, odio o desesperanza, nuestras palabras y acciones reflejarán esas emociones.
¿A qué tipo de pensamientos, palabras o situaciones estás permitiendo entrar en tu vida? ¿Crees que podrían estar afectando tu corazón? Nuestras palabras son un espejo de nuestro interior. Jesús nos enseña que no podemos hablar de paz si en nuestro interior hay conflicto. Tampoco podemos ser bondadosos con los demás si nuestros pensamientos están llenos de amargura.
Esto no significa que debamos ser perfectos, sino conscientes de lo que alberga nuestro corazón. Como dice Lucas 6:45: "De la abundancia del corazón, habla la boca." Nuestras palabras son una señal de nuestro estado interior.
Recuerda cómo una palabra de amor puede cambiar tu día, mientras que una palabra hiriente revela heridas internas de quien las dice. Proverbios 18:21 nos recuerda: "La muerte y la vida están en el poder de la lengua." Nuestras palabras tienen un poder increíble: pueden sanar o herir, levantar o desanimar.
Jesús nos llama a ser cuidadosos con nuestras palabras, usándolas para construir, no para destruir. ¿Cuál ha sido el impacto de tus palabras recientes? ¿Han sido buenas o malas? Recuerda que solo reflejan lo que hay en tu interior.
Cuatro consejos para cuidar nuestro corazón
1. Evalúa lo que entra en tu corazón. Toma un momento cada día para reflexionar sobre los pensamientos que estás alimentando.
2. Dedica tiempo a la oración y lectura de la Biblia. Esto nos ayuda a alinear nuestro corazón con el de Dios y permitirle santificar y purificar nuestro interior.
3. Agradece a Dios por sus bendiciones. La gratitud nos mantiene enfocados en lo bueno y evita que la amargura eche raíces en nuestro corazón.
4. Sé consciente del impacto de tus palabras. Procura que reflejen el amor de Dios y busquen el bien de los demás.
Nuestras palabras son poderosas y reflejan lo que guardamos en nuestro corazón. Por eso, cuidar nuestro interior es esencial para hablar y actuar con amor y sabiduría.
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