Jueves, 18 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 08 de Enero al 14 de Enero de 2021

Agentes de esperanza

Agentes de esperanza

Rodolfo del Ángel del Ángel



¿Por qué Dios nos envía a dónde nunca hubiéramos pensado ir? Moisés, en la quietud de una vida sin complicaciones, cuidando las ovejas de su suegro en Madián, nunca hubiera pensado en regresar a Egipto para ser el libertador de su pueblo, pero Dios lo llamó y envió. Él fue muy a su pesar. Su sentido de frustración fue mayor cuando al presentarse a Faraón, no solo no dejo ir al pueblo, sino que agravó su carga. Entonces Moisés se volvió al Señor para preguntarle: ¿Por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? (Éxodo 5:22-23)

¿Se ha sentido usted alguna vez así? ¿Se ha hecho estas mismas preguntas al ver que su trabajo no adelanta, que sus esfuerzos no solo no resuelven nada, sino que más bien parecen complicar las cosas? Tal vez, al igual que Moisés, hicimos la misma pregunta a Dios: ¿Para qué me enviaste?

Hablando con honestidad, a veces, ni siquiera deseamos ir a donde Dios nos envía. No siempre es por simple negligencia, o por falta de deseo de servir. La realidad es que a veces nos sentimos intimidados por el desafío y, al igual que Moisés, consideramos que no somos las personas idóneas para hacer la tarea.

Recientemente, una enfermera me confiaba lo crítico que le resultaba realizar su trabajo en el servicio de urgencias en un hospital público de la ciudad. Tenia que ser testigo de mucho sufrimiento y de la muerte de personas todavía jóvenes. Sin duda, es difícil enfrentar tanto dolor y ver a la gente que morir sientiendo que nada podemos hacer para al respecto.

Muchas veces, frente a los desafíos y frustraciones del ministerio, también me he hecho la pregunta de Moisés. Desde luego que para algunos escuchar esta confesión de un pastor puede resultar difícil de aceptar, pero, en rea
lidad no seríamos humanos si estuviéramos libres de esas experiencias.
Cuando Dios nos llama a una tarea, algo que no nos promete es que estaremos libre de dificultades y desafíos. Hemos de enfrentar frustración y momentos difíciles, pero esas son precisamente las circunstancias a través de las cuales la presencia y el poder de Dios se manifiestan. Él nos envía a un mundo herido, lleno de injusticias, de hambre, de dolor, de soledad y de vidas extraviadas, colocándonos en situaciones que nos parecen imposibles de resolver. Nos envía para ser portadores de buenas nuevas y agentes de esperanza. Al enviarnos quiere enseñarnos algunas lecciones. Enseñarnos, por ejemplo, que Él tiene el control soberano de las circunstancias, que la limitación humana no es obstáculo para que sus propósitos se lleven a cabo, y qué Él hace cosas inimaginables a través de nosotros por el poder de su gracia. De esta manera toda la gloria es para Él. Nuestra alegría será el ser instrumentos que, en su frágil condición, llegan a ser parte de su proyecto de vida. Así es que, con Pablo el apóstol, podemos expresar: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros" (2 Corintios 4:7)

 


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