Jueves, 26 de Diciembre de 2024
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El lavamiento de los pies

El lavamiento de los pies

Pastor Héctor de Luna Espinosa



En tiempos bíblicos, las condiciones de polvo y suciedad de la región, sumado al uso de sandalias, hacían necesario el lavamiento de los pies. Jesús, sabiendo que su hora había llegado y que estaba a punto de enfrentarse a la crucifixión, el momento culminante de su misión en la tierra, decidió hacer algo sorprendente: lavar los pies de sus discípulos. Como ya se mencionó, lavarse los pies era una práctica común en los tiempos antiguos debido a las largas caminatas en caminos polvorientos, pero este trabajo estaba reservado para los siervos, no para los maestros o líderes. Sin embargo, Jesús, en un acto de profunda humildad, asumió ese rol.

Jesús, el Hijo de Dios, nos envió un poderoso mensaje: la verdadera grandeza se manifiesta en la disposición para servir, incluso en las tareas más humildes. Aunque es probable que los discípulos hubieran estado dispuestos a lavar los pies de Jesús, no podían concebir la idea de lavarse los pies unos a otros. Esto se debía a que, en la sociedad de la época, el lavamiento de pies era reservado para el más bajo de los siervos, aquellos considerados insignificantes. Las personas que se consideraban iguales no se lavaban los pies entre sí, salvo en contadas ocasiones y como señal de un gran amor.

Lucas señala que los discípulos discutían sobre quién era el más grande entre ellos, una actitud que excluía la disposición de rebajarse a lavar los pies. Por lo tanto, cuando Jesús se dispuso a lavar los pies de sus discípulos, estos quedaron sorprendidos. Con este acto, Jesús nos enseñó una lección de servicio desinteresado, un ejemplo de humildad que también sería demostrado de manera absoluta con su muerte en la cruz.

Cuando Jesús se acercó a Pedro, este se sintió incómodo. Para Pedro, la idea de que su maestro le lavara los pies era impensable. Probablemente se preguntaba: ¿Cómo es posible que el Rey de Reyes realice un trabajo tan servil? Juan 13:6-7 dice: "Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después." Pedro, como muchos de nosotros, no comprendía del todo la profundidad de lo que estaba ocurriendo. Jesús no solo estaba realizando una acción física, sino que estaba enseñando una lección espiritual.

Cuando Pedro se negó a que Jesús le lavara los pies, Jesús le dijo algo impactante: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo." Este acto simbolizaba la limpieza espiritual que todos necesitamos a través de Jesús. Sin esa purificación, no podemos tener comunión con Él. No era solo un acto físico, sino una representación de la limpieza del pecado que Jesús ofrece a través de su sacrificio.

La humildad de Jesús al lavar los pies de sus discípulos también simboliza cómo necesitamos ser limpiados y purificados por Él espiritualmente para estar en relación con Dios. Después de lavarles los pies, Jesús hizo una declaración poderosa. No solo había realizado un acto de humildad, sino que lo hizo para dar un ejemplo claro a sus discípulos de cómo debían vivir.

En Juan 13:13-14, Jesús dice: "Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros." Aquí, Jesús deja claro que sus seguidores no deben buscar posiciones de poder o reconocimiento, sino estar dispuestos a servirse los unos a los otros con amor y humildad.

¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Jesús en nuestra vida moderna? Quizás ya no lavemos los pies de otros, pero podemos servir a las personas en nuestras comunidades, familias o iglesias de muchas maneras. Desde ayudar a los necesitados hasta ser pacientes con quienes nos rodean, el servicio puede ser grande o pequeño. Lo importante es la disposición de nuestro corazón.

El orgullo muchas veces nos impide servir a los demás. Creemos que ciertas tareas están por debajo de nosotros. Sin embargo, Jesús nos muestra que el verdadero amor se manifiesta en el servicio, y eso requiere humildad. ¿Estamos dispuestos a romper con nuestro orgullo y seguir el ejemplo de Cristo?

Jesús nos llama a amarnos los unos a los otros, y una forma poderosa de mostrar ese amor es a través del servicio. En una cultura que muchas veces valora el poder y el estatus, Jesús nos invita a vivir de manera diferente, a priorizar el servicio a los demás. El verdadero amor cristiano se demuestra cuando servimos a otros, y al hacerlo, reflejamos el carácter de Jesús.

¿Qué podemos concluir? Jesús nos dejó un ejemplo claro de cómo debemos vivir. Nos mostró que el amor se demuestra en la acción y que el liderazgo verdadero se expresa en la humildad y el servicio. Hoy más que nunca, el mundo necesita ver el amor de Cristo reflejado en sus seguidores.

Te pregunto, ¿en qué áreas de tu vida puedes seguir el ejemplo de Jesús y servir a los demás? ¿Estás dispuesto a hacer a un lado el orgullo y buscar maneras de servir con humildad?

Te invito a orar: "Señor, te damos gracias por el ejemplo que nos dejaste en el lavado de los pies. Enséñanos a vivir con humildad, a servir a los demás con un corazón lleno de amor y a reflejar tu carácter en todo lo que hacemos. Danos la gracia para seguir tu ejemplo cada día. Amén."

 


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