"El tema de la información es complicado, porque siempre conlleva esclarecer, responder, y en algunos casos prever. Pero más allá de eso, la independencia y la seguridad son lo más difícil de mantener", afirma
El reciente cruce entre el periodista Luis Chaparro y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, pone en evidencia una vez más las tensiones que surgen cuando el periodismo de investigación revela aspectos incómodos del poder. En un país como México, donde la relación entre el narcotráfico y la política es un tema latente, la labor de los periodistas se convierte en una tarea tan vital como peligrosa.
Luis Chaparro ha ganado notoriedad por sus revelaciones, particularmente aquellas relacionadas con los vínculos entre el actual gobernador de Sinaloa y figuras del narcotráfico como Ismael "El Mayo" Zambada. Según el periodista, uno de los temas más complejos y delicados que ha abordado recientemente tiene que ver con el asesinato del maestro Luis Enrique Ramírez, y la implicación de Rocha Moya en dicho caso. El gobernador, en lugar de responder con claridad, se ha embarcado en una serie de explicaciones que, según Chaparro, "no nos dicen nada".
En un intento por aclarar su postura, el gobernador incluso convocó una conferencia matutina, lo que para muchos fue una estrategia para desviar la atención de las preguntas centrales. Chaparro comenta con ironía: "Nos explica mucho, pero no nos dice nada. Nos habla de si había neblina o no, pero no responde las preguntas que realmente importan". Para el periodista, las evasivas del gobernador son una señal de nerviosismo, y eso se reflejó en la manera en que Rocha Moya lo atacó públicamente.
El punto álgido de esta controversia gira en torno a la presencia del gobernador en Estados Unidos el día del secuestro de Zambada. Chaparro, en su labor de investigación, obtuvo un documento conocido como I-94, que es un permiso migratorio, y tras solicitar ayuda de fuentes federales estadounidenses, no encontró registros que indicaran la presencia de Rocha Moya en el país en la fecha indicada. Sin embargo, el gobernador interpretó estas afirmaciones como una acusación directa, algo que Chaparro desmiente. "Lo que yo dije fue que no hay registros de que él estuvo en Estados Unidos, pero él entendió que yo lo estaba acusando de haber estado con esa gente el día del secuestro del Mayo", señala el periodista.
La reacción del gobernador, lejos de ofrecer una respuesta concreta, levantó más sospechas sobre su posible involucramiento. En palabras de Chaparro, "explicación no pedida, culpa admitida". Y es que las explicaciones ofrecidas por Rocha Moya, además de insuficientes, se centran en detalles que no contribuyen a esclarecer los hechos. El periodista es claro al respecto: "Nos explica que supuestamente viajó, pero también dice que le estuvieron informando en todo momento. Entonces, ¿por qué falsear el asesinato del maestro Ramírez?".
Este tipo de situaciones, donde el poder responde con agresiones en lugar de con transparencia, son un reflejo de los retos a los que se enfrenta el periodismo independiente en México. Chaparro, con 15 años de experiencia en la investigación de temas como el narcotráfico y la migración, comenta que lo más difícil ha sido "mantenerme seguro siendo independiente, mantener mi integridad física". En un país donde los intereses de diversos grupos chocan con la labor periodística, la neutralidad se vuelve un desafío, ya que "siempre piensan que hay agendas", menciona el reportero. "He investigado a políticos de diferentes partidos, y en todos los casos recibí amenazas o intentos de amedrentamiento".
Pero el caso de Rocha Moya y su posible vínculo con Zambada no es el único elemento explosivo en la agenda. Chaparro menciona que la defensa de Zambada en Estados Unidos, liderada por el juez Brian Cogan, está en un punto crítico. Si Zambada decide ir a juicio, las repercusiones serían devastadoras tanto para el gobierno mexicano como para el estadounidense. "Al gobierno mexicano le va a salir bastante caro, porque va a quedar al descubierto toda la red de corrupción que seguramente llega a lo más alto de la clase política", advierte Chaparro. Y añade que para el gobierno de Estados Unidos también sería complicado, ya que "esa corrupción tiene un destino, y ese destino es el otro lado de la frontera".
La negociación de Zambada con la justicia estadounidense podría implicar que se declare culpable y, como resultado, muchos de los detalles más comprometedores queden sellados. Sin embargo, el periodista cree que "el Mayo va a cantar", pero esas declaraciones podrían no hacerse públicas de manera inmediata. Lo que sí está claro es que tanto en México como en Estados Unidos, las autoridades estarían interesadas en evitar un juicio público que exponga aún más la corrupción a ambos lados de la frontera.
En medio de esta compleja trama, Chaparro sigue haciendo su trabajo, a pesar de los riesgos y los ataques personales. Su compromiso con la verdad, aunque incómodo para algunos, es fundamental para que la ciudadanía pueda entender las dinámicas de poder que operan en el país. El caso de Sinaloa, el narcotráfico y la política mexicana son solo una muestra de los muchos retos que enfrenta el periodismo en un entorno donde la transparencia es, en el mejor de los casos, escasa.
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