Manuel ramos y Nallely Rivera
"Vivir y sentir de cerca el olor a muerte es algo traumático, es algo que no se lo deseamos a nadieâ, coinciden estos dos protagonistas de los sismos de 7.1 Grados
Martes, un dÃa soleado en la Ciudad de México, como cualquier otro, celebrando el aniversario 32 de aquel fatÃdico 19 de Septiembre de 1985, realizando simulacros por todos lados: escuelas, empresas, tiendas departamentales, edificios gubernamentales .
Pues fue, justamente, pasando el mediodÃa, cuando un sismo de 7.2 grados en la escala de Richter sacudÃa violentamente no sólo la Capital del paÃs, también a Puebla, Morelos y Oaxaca. Nadie podÃa creerlo. Y muchas personas de otros estados y naciones distintas se encontraban en estas zonas, fuera por placer o negocios.
Uno de los que vivieron a flor de piel este suceso, fueron precisamente un ciudadano de la huasteca potosina, llamado Carlos Cervantes, representante sindical de trabajadores petroleros de la localidad, y Néstor Rivera, colaborador de la senadora potosina Sonia Mendoza.
¿Y qué fue lo que vivieron ambos? Pues nada más que les tocó presenciar en carne propia uno de los monstruos más letales que han cruzado el territorio mexicano en últimas fechas: el terremoto de México 2017.
âSENTIR LA MUERTE DE CERCA ES ALGO MUY TRAUMÃTICOâ
Carlos narra su experiencia como algo impactante, imposible, dantesco, que no se lo desea ni al peor de sus enemigos, pues lo tomó por sorpresa en una tercera planta de un edificio capitalino, para ser más precisos en el tercer piso del CEG STPRM, donde empezó a sentir la turbulencia terrestre.
Las paredes moviéndose, los pisos cuarteándose, los vidrios de las ventanas quebrándose, las lámparas y demás objetos suspendidos meciéndose de uno a otro lado; todo fue tan repentino.
El simulacro de la mañana casi todos lo escucharon, pero las alarmas de que un temblor real se daba muchos no la oyeron, y mientras trataba de abrir puertas y ayudar a los afectados, apoyando en lo que se pudiere, porque la devastación se dio en minutos, la muerte rodeó a Carlos inmanentemente, pues de un edifico caÃdo logró ser parte del rescate de 20 personas, siendo testigo de un joven que se quedó sin extremidades inferiores y de dos cuerpos sin vida.
Cervantes se sorprendió mucho por la labor inmediata que mostró la gente ante la tragedia, y eso lo motivó para no decaer ante la misma, haciendo lo propio.
â ESTAR EN UN QUINTO PISO Y VER EL CAOS PROVOCADO POR EL EVENTO ES ALGO QUE NUNCA OLVIDARéâ
Mientras que Néstor Rivera a esa misma hora vivÃa algo similar, en el 5to Piso del Edificio del Senado de la República donde estaba no sonó su alarma a tiempo, la emergencia sonó justamente cuando el movimiento telúrico habÃa comenzado a hacer estragos.
Narra que la gente salió dando tumbos de las oficinas, gritando, corriendo, tratando de escapar de algún techo o pared que cayera sobre sus humanidades.
HabÃa demasiado polvo en el ambiente, cegaba la visibilidad e irritaba no solo las retinas sino las mucosas obstruyendo la respiración, causando sofocos, estornudos y toses por todos los rincones.
Al caminar por avenida Reforma todo era caos, gritos y llanto, gente arrodillada con las manos extendidas al cielo y los ojos abiertos, orando. En el Hotel Sevilla â a unos pasos del Monumento a la Madre que se vino abajo en las calles de Sullivan y Serapio Rendon-los postes parecÃan bailar acompasadamente, mientras las escaleras parecÃan que fueran a colapsar; el pánico alcanzó a la mayorÃa de los que pretendÃan huir del evento terrenal, las lÃneas telefónicas dejaron de funcionar, no habÃa señal en los celulares, solo el WhatsApp funcionaba.
La psicosis era evidente, afirma, y las personas hacÃan por los suyos y preguntaban aquà y más allá por los desaparecidos.
Rivera detalla que fue una tarde inolvidable, explica, y en la noche no se diga, el dolor y la tragedia se acrecentaron más." Y ante tal evento de esta magnitud sólo refiere que sobrevivir a esto te hace reflexionar sobre lo que has hecho en tu vida, es una oportunidad que te da Dios para resolver lo pendiente, y que si seguimos aquà es porque tenemos cosas pendientes; es un regalo estar vivo".
Estos testimonios de ambos personajes, son una historia desgarradora de los efectos de la naturaleza, ese minuto de terror estará el resto de su vida, ese martes 19 vuelve a replicar el terror de aquel jueves 19 de septiembre de 1985, en aquella época Néstor apenas tenÃa 3 años de edad y Carlos 18; 32 años después vivieron en carne propia el terror de un sismo.
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