Viernes, 19 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 26 de Mayo al 01 de Junio de 2017

Alumbra

Alumbra

Rodolfo del Ángel del Ángel



El fuego proporciona luz y calor. Nada más gratificante en una noche fría que el calor de una chimenea, o la luz de una antorcha que alumbra el camino en una noche oscura.

Pero no puede existir fuego sin leña o luz sin combustible. Todo lo que arde tiene que consumirse. Este principio físico también se aplica al ámbito espiritual de nuestras vidas. Dios nos llama a ser vidas luminosas que dan calor a las almas que mueren de frío. Nos llama a iluminar los caminos oscuros de este mundo siendo antorchas encendidas que alumbran en medio de la oscuridad.

Si, hay muchas vidas en este mundo que mueren lentamente en el frío de la indiferencia humana, del odio, del hambre, de la falta de compasión. Vidas que han perdido toda esperanza y gozo, para quienes la existencia está llena de soledad, miseria y desamor.

Tenemos ancianos abandonados, niños sin hogar, personas hambrientas y sedientas con frío en el cuerpo y en el alma. Hoy vivimos la época del desamor y la indiferencia. Todas esas personas necesitan el calor que transmiten vidas desinteresadas que expresan constantemente el amor de Dios.

Hoy encontramos a muchos jóvenes solitarios, confundidos, perdiéndose por los caminos oscuros de las adicciones, la criminalidad, la violencia y la muerte. ¡Esas vidas necesitan urgentemente una antorcha que les ilumine el camino y les conduzca a la libertad y la verdad de Cristo!
Nosotros los cristianos estamos llamados a ser ese fuego que transmite el calor de la compasión y la gracia divina; estamos llamados a ser antorchas encendidas que brillan con intensidad para señalar el camino seguro.

Pero vivir vidas encendidas, vidas que alumbren, no es sólo asunto de emoción. Las emociones son cambiantes y pasajeras, es asunto de compromiso, el compromiso que nos lleva, en primer lugar, a la renuncia de nosotros mismos, y luego a una vida de entrega y de servicio. Debemos estar dispuestos a perder lo que no podemos retener, para ganar lo que no podemos perder. No olvidemos que todo lo que arde tiene que consumirse.

Jesús es la luz del mundo, nunca una vida iluminó con esperanza y salvación tanto como él, pero el precio fue la cruz. Los que le siguen han de estar dispuestos a imitarle. Jesús dijo que Juan el Bautista era antorcha que alumbraba en lugar oscuro y que quienes le conocieron se regocijaron por algún tiempo en su luz. Las vidas luminosas, como las de Jesús y su precursor Juan el Bautista, pueden ser breves, pero es tal su influencia que para siempre dejan su luz proyectada en este mundo.

Sólo hay dos clases de personas, las que son como el polvo de la tierra destinadas al olvido, o la de aquellos que habiéndose consumido con el fuego de Dios, encendieron en otras vidas el fuego de la pasión por Cristo, el amor y el servicio. Ellos quedarán grabados permanentemente en la memoria eterna de Dios, y su luz seguirá señalando camino en este mundo.

 


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