Un hombre anciano estaba empeñado en la labor paciente de devolver las estrellas del mar al agua para evitar que el sol las resecará y murieran, un muchacho que le observaba curioso le dijo: - âPara qué hace usted eso, ¿no ve que son demasiadas y el dÃa de mañana el mar arrojará todavÃa muchas más? No vale la pena, nunca va a terminar, ¿qué caso tiene perder el tiempo en una tarea tan inútil?â-
El anciano, sin detenerse y al tiempo que arrojaba una estrella más le dijo: -âPara esa que acabo de arrojar y que no va a morir hoy, vale la penaâ-
Cuántas veces lo difÃcil e interminable que parecen las tareas que realizamos nos hacen creer que no vale la pena y cedemos a la inercia, el conformismo y la indiferencia.
Los tiempos que vivimos en nuestra nación son difÃciles: Falta de oportunidades, desempleo, inseguridad, crimen, violencia, problemas familiares y sociales que nos afectan. Ante todo ello desesperamos y llegamos a la conclusión de que nuestros esfuerzos son inútiles.
Pero cuando vamos a la Biblia descubrimos que, con frecuencia, hombres y mujeres de Dios hicieron la diferencia en tiempos difÃciles. Desde el punto de vista humano lo que ellos aportaron no era especialmente grandioso o notable. Lo importante es que hicieron lo que tenÃan que hacer y no se desalentaron por las situaciones adversas.
Cuando Israel era objeto de la burla de los Filisteos y ya se anticipaba una derrota humillante pues el gigante estaba del lado de los enemigos. Un humilde pastor de ovejas sin pericia para pelear en una guerra, desafió al gigante en el nombre de Dios y con una honda y una piedra pequeña hizo la diferencia.
Cuando Jesús vio a la multitud hambrienta e indicó a los discÃpulos que habÃa que alimentarlos, ellos reaccionaron con asombro. Pensaron, sin duda, que el calor del desierto, la fatiga y el ayuno prolongado hacÃan delirar al Maestro, no obstante, Andrés encontró a un muchacho que tenÃa cinco panes y dos pececillos. Aquél muchacho poniendo su escaso alimento en las manos de Jesús lo vio multiplicarse milagrosamente para alimentar a una gran cantidad de personas. No cabe duda, ese joven que bien pudo pasar inadvertido, hizo la diferencia ese dÃa para muchas personas.
No desesperemos, aunque los tiempos son difÃciles, hagamos sencillamente lo que tenemos que hacer, confiando en que Dios usará y bendecirá nuestros esfuerzos de formas inesperadas para nosotros, de tal manera que hagamos la diferencia.
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