Rodolfo del Ãngel del Ãngel
Paz parece una palabra extraña y ajena a nosotros en estos tiempos, ¿dónde está la paz? ¿Alguien la conoce o la puede ofrecer? ¿Es realista y posible alcanzar alguna clase de paz en este mundo? Vivimos exactamente lo opuesto a lo que pudiéramos llamar paz. Incertidumbre, preocupación, temor. Todos estos sentimientos se apoderan de nosotros en las circunstancias difÃciles que nos ha tocado vivir.
Jesús dijo a los suyos: La paz os dejo, mi paz les doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedoâ (Juan 14:27) ¿Dónde está esa paz que Cristo prometió? ¿Fue sólo para sus discÃpulos de aquel tiempo, o es también para nosotros?
Para tratar de comprender lo que significa esta paz debemos considerar no sólo éstas palabra de Jesús, Ãl dijo también: âEstas cosas os he hablado para que en mà tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundoâ (Juna 16:33) Notemos que importante es esto. La paz que él nos promete no es ausencia de conflicto, tampoco la promesa de liberarnos de toda contradicción o peligro. En el mundo tendremos siempre aflicción, pero en medio de esa aflicción podemos experimentar la paz que Cristo nos da. Recordemos que para alcanzar el derecho a otorgarnos la paz Cristo fue sometido a aflicción, fue una paz muy cara. Pero Jesús nos enseña que la aflicción no es la última palabra en nuestras vidas, como tampoco lo fue en la suya. Después de la cruz y la tumba vino la victoria en aquella mañana gloriosa de resurrección. Jesús habÃa vencido, la muerte espantosa habÃa sido derrotada en su propio terreno. El mal no es para siempre, ni tampoco el malo. Sólo aquellos que son beneficiarios de esta bendición y creen en ella pueden alcanzar esa paz. La paz que da saber que en medio de las aflicciones de este mundo Jesús resucitado está en medio de su pueblo. Ãl prometió no abandonarnos nunca, Ãl prometió que el mal nunca destruirÃa el bien, que la muerte no tendrÃa poder definitivo sobre cada uno de los suyos, que sus discÃpulos andarÃan un camino que inevitablemente lleva al triunfo y a la gloria, que ningún poder en este universo les arrebatarÃa de sus manos, que guardarÃa de manera perfecta a cada uno de sus amigos cuya salvación fue adquirida a gran precio.
Cada persona en este mundo debe enfrentar toda suerte de sufrimientos, aflicciones y temores. La cuestión primordial es: ¿Cuál es tu esperanza frente a ellos?
Después de la resurrección de Cristo la esperanza adquiere una forma definida y real para los suyos. La paz que recibimos de él, es una paz que este mundo no puede dar, por lo tanto tampoco puede arrebatarla de nuestras vidas. Es paz de Dios y de Cristo, paz en medio de las aflicciones, que nos alienta, nos da certeza, gozo y seguridad.
No estamos sólo, no teman manada pequeña dice el Señor, porque al Padre le ha placido darles el reino (Luc.12:48). Es por esa promesa que podemos decir: Aunque contra mà se levante guerra yo estaré confiado.
¿Dónde debe está nuestro corazón en estos tiempos difÃciles? Ciertamente que no en la desesperación, pero si en la confianza, en la confianza de que el Señor nos guardara en perfecta paz porque nuestro pensamiento persevera en él. En el reposo y la confortación que significa la promesa que San Pablo refiere cuando escribe: âLa paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesúsâ (Fil.4:7).
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