Sábado, 04 de Mayo de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 26 de Enero al 02 de Febrero de 2017

Mi paz les dejo

Mi paz les dejo

Rodolfo del Ángel del Ángel



Paz parece una palabra extraña y ajena a nosotros en estos tiempos, ¿dónde está la paz? ¿Alguien la conoce o la puede ofrecer? ¿Es realista y posible alcanzar alguna clase de paz en este mundo? Vivimos exactamente lo opuesto a lo que pudiéramos llamar paz. Incertidumbre, preocupación, temor. Todos estos sentimientos se apoderan de nosotros en las circunstancias difíciles que nos ha tocado vivir.

Jesús dijo a los suyos: La paz os dejo, mi paz les doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27) ¿Dónde está esa paz que Cristo prometió? ¿Fue sólo para sus discípulos de aquel tiempo, o es también para nosotros?

Para tratar de comprender lo que significa esta paz debemos considerar no sólo éstas palabra de Jesús, Él dijo también: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juna 16:33) Notemos que importante es esto. La paz que él nos promete no es ausencia de conflicto, tampoco la promesa de liberarnos de toda contradicción o peligro. En el mundo tendremos siempre aflicción, pero en medio de esa aflicción podemos experimentar la paz que Cristo nos da. Recordemos que para alcanzar el derecho a otorgarnos la paz Cristo fue sometido a aflicción, fue una paz muy cara. Pero Jesús nos enseña que la aflicción no es la última palabra en nuestras vidas, como tampoco lo fue en la suya. Después de la cruz y la tumba vino la victoria en aquella mañana gloriosa de resurrección. Jesús había vencido, la muerte espantosa había sido derrotada en su propio terreno. El mal no es para siempre, ni tampoco el malo. Sólo aquellos que son beneficiarios de esta bendición y creen en ella pueden alcanzar esa paz. La paz que da saber que en medio de las aflicciones de este mundo Jesús resucitado está en medio de su pueblo. Él prometió no abandonarnos nunca, Él prometió que el mal nunca destruiría el bien, que la muerte no tendría poder definitivo sobre cada uno de los suyos, que sus discípulos andarían un camino que inevitablemente lleva al triunfo y a la gloria, que ningún poder en este universo les arrebataría de sus manos, que guardaría de manera perfecta a cada uno de sus amigos cuya salvación fue adquirida a gran precio.

Cada persona en este mundo debe enfrentar toda suerte de sufrimientos, aflicciones y temores. La cuestión primordial es: ¿Cuál es tu esperanza frente a ellos?

Después de la resurrección de Cristo la esperanza adquiere una forma definida y real para los suyos. La paz que recibimos de él, es una paz que este mundo no puede dar, por lo tanto tampoco puede arrebatarla de nuestras vidas. Es paz de Dios y de Cristo, paz en medio de las aflicciones, que nos alienta, nos da certeza, gozo y seguridad.

No estamos sólo, no teman manada pequeña dice el Señor, porque al Padre le ha placido darles el reino (Luc.12:48). Es por esa promesa que podemos decir: Aunque contra mí se levante guerra yo estaré confiado.

¿Dónde debe está nuestro corazón en estos tiempos difíciles? Ciertamente que no en la desesperación, pero si en la confianza, en la confianza de que el Señor nos guardara en perfecta paz porque nuestro pensamiento persevera en él. En el reposo y la confortación que significa la promesa que San Pablo refiere cuando escribe: “La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil.4:7).

 


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