Semana del 09 de Diciembre al 15 de Diciembre de 2016

Mi vieja agenda

Mi vieja agenda

Rodolfo del Ángel del Ángel

Soy muy dado a guardar cosas que considero me pueden ser útiles más adelante: Cajas de regalo, tarjetas, estuches de lapiceros, etc. en realidad, la colección de objetos es grande y variada. Al paso del tiempo me olvido de aquello que conserve y, cuando de pronto, al abrir el cajón de mi escritorio, o hurgo debajo de la escalera, me encuentro con todo lo que ido acumulando y me doy cuenta que no me hace falta en realidad. La dichosa colección termina en el bote de la basura ¡Que empeño inútil de guardar lo que no necesitamos!

Ahora que al iniciar el año he recibido la grata sorpresa de que me hayan regalado un par de agendas, recordé que hace dos años recibí una que estaba llena de utilidades y sugerencias para organizar mejor mi tiempo y mis actividades. Terminado el año quise conservarla, hoy que recuerdo que sigue ocupando innecesariamente un espacio decidí deshacerme de ella pues forma parte del conjunto de cosas que, definitivamente, no necesito. Tengo dos agendas nuevas para este nuevo año. Hay que dejarlo lo que está en desuso, lo que ya no me es útil, para dar lugar a lo nuevo.

La vida cristiana es una renovación constante. San Pablo escribe a la comunidad cristiana de Colosas para decirles: ". . . Hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. . .Abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador" (Colosenses 3:5,8-10).

Ciertamente que como cristianos debemos deshacernos de todo aquello que está en desuso, que no corresponde a nuestra nueva condición en Cristo. Tal vez hemos conservado alguno estos viejos hábitos e inclinaciones porque creemos que tienen algún valor o nos pueden ser útiles; es muy probable también que ni siquiera nos percatemos que están ahí ocultos en alguna lugar de nuestro corazón.

Hoy que comenzamos un año por la gracia de Dios, se nos concede una nueva oportunidad. Hurguemos en nuestros cajones, en el desván, y deshagámonos de todo lo que guardamos que ahora ya no tienen ninguna utilidad. Pero más importante que eso, miremos en el fondo de nuestra alma buscando aquellos viejos hábitos que seguimos conservando inútilmente y que nos impiden crecer. Vaciemos el corazón de lo que no nos sirve más, y pidamos a Dios que con el poder renovador de su Espíritu Santo nos revista del hombre nuevo que estamos llamados a ser en Cristo Jesús.