Héctor de Luna Espinosa
La tierra de Palestina difería de Egipto en que su vegetación dependía de la lluvia y no de la irrigación regular. El clima de Siria y Palestina se caracteriza por una división del año en dos estaciones: una lluviosa y otra seca. Hacia finales de octubre, comienza a darse a intervalos una lluvia frecuente y tormentosa, que dura uno o varios días seguidos. La Biblia llama a esto "lluvia temprana". Esta lluvia torrencial inaugura el año agrícola al esponjar el suelo, el cual ha estado endurecido y resquebrajado por la sequía del verano. Gracias a ella, se puede iniciar el labrado de la tierra, seguido de la siembra, hasta finales de noviembre. Aunque la media pluvial no es demasiado elevada, aumenta desde diciembre hasta febrero.
Por otro lado, las lluvias tardías son los fuertes chubascos que ocurren de marzo a mediados de abril. Estas lluvias son particularmente apreciadas porque caen antes de la cosecha y de la larga sequía de los meses de verano. En mayo, comienza la sequía, que persistirá hasta octubre. No solo no llueve durante esos meses, sino que apenas se ve una nube en el cielo. Cualquier tormenta en esa época era considerada un prodigio. El labrador debía esperar con paciencia a que Dios enviara la lluvia a su debido tiempo, como lo menciona Santiago 5:7-8: "Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca."
Un labrador no se rinde cuando sus cultivos no se pueden cosechar inmediatamente. Él sigue trabajando, aún cuando el cultivo no es visible. De manera similar, los cristianos deben ejercitar la paciencia, incluso cuando el día de la cosecha parece lejano. La espera en la vida cristiana es como la espera del granjero: es una espera con razonable esperanza y expectativa de recompensa. Es una espera que, aunque larga, está marcada por trabajo continuo. El agricultor espera por algo que no depende de su propio poder, con su mirada puesta en los cielos. Él espera, a pesar de las circunstancias cambiantes y las muchas incertidumbres, animado por la certeza de la cosecha. Espera porque realmente no tiene otra opción, sabiendo que rendirse no le sirve de nada.
De igual manera, los cristianos debemos esperar con paciencia el regreso de Cristo. No podemos apresurar Su venida, pero mientras tanto, hay mucho que hacer para que avance el reino de Dios. Tanto el agricultor como el cristiano deben vivir por fe, con la mirada puesta en el futuro que traerá recompensa por su trabajo. No debemos vivir como si Cristo nunca fuera a volver, sino trabajando con fidelidad en la edificación de Su reino, porque el Rey vendrá cuando el tiempo de la cosecha haya llegado. Santiago nos alienta a tener paciencia, recordándonos que la venida del Señor está cerca, momento en el que Dios cumplirá su función de juez para recompensar al justo y castigar al malvado.
Te invito a acompañarme a orar:
"Señor, ayúdanos a tener paciencia y a fortalecer nuestros corazones. Como el labrador espera con paciencia el fruto de la tierra, hasta que venga Tu Hijo, sabemos que Tu venida está cerca y anhelamos ese día. Danos la gracia de perseverar en la fe y en la esperanza, hasta que Te veamos cara a cara. Amén."
emsavalles© 2006 - 2025 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la publicación, retransmisión, edición y cualquier otro uso de los contenidos sin previa autorización.
Emsavalles Publicidad, Escontría, 216-A, Zona Centro, Ciudad Valles, S.L.P. Tel:481-382-33-27 y 481-381-72-86. emsavalles@hotmail.com. contabilidad@emsavalles.com
No. de Certificado de Reserva Otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2021-071615041800-203