Semana del 18 de Enero al 24 de Enero de 2013

El corazón que es paciente

El corazón que es paciente

Rodolfo del Ángel del Ángel

El corazón que es paciente sabe que tal virtud no se alcanza sino en la contradicción, en el anhelo frustrado, en la espera que se prolonga.

Nadie que no haya caminado sobre las brazas de la duda está preparado para aprender, porque eso es la paciencia, un aprendizaje.

La paciencia está elaborada de diversos "materiales":

Esta hecha de coraje, pues debes seguir adelante, aún más allá del momento en que tus fuerzas te han abandonado, si el bien que persigues vale la pena. Necesitamos coraje para no renunciar. Puedes tomar un descanso, reponer tus fuerzas, orar pidiendo inspiración del cielo, pero no renuncies ¡Escala la montaña! ¡Insiste hasta derribar la pared de prejuicio y temor que se levante en tu camino!

No escuches a los que te dicen en que no lo vas a lograr, a los que se quedaron en el camino porque dejaron de intentarlo.

La paciencia está hecha de disciplina, no podemos ir por la vida esperando que algún golpe de suerte que nos lleve a la meta deseada. Tenemos que clarificar hacia donde debemos avanzar, asegurarnos de que el bien que perseguimos vale la pena, y luego trazar un mapa de ruta para empezar a andar en la dirección deseada, paso a paso, sin desesperar, sin perder el rumbo, sin buscar falsos atajos. Disciplina es constancia, entrenamiento. Es alertar los sentidos, utilizar la inteligencia, levantarse temprano, llegar a tiempo, saber que no podemos lograr apresuradamente lo que no estuvimos dispuestos a construir paso a paso con dedicación y compromiso.

La paciencia esta hecha de fe, fe en Dios. Él tiene un camino sembrado de bendiciones para ti, más allá de dolor, más allá de la lucha. Él guía tus pasos, da fuerzas a tu corazón, te prepara para librar la batalla, te promete la victoria.
La paciencia está hecha de renuncia, pues así como es necesario tener coraje para seguir insistiendo, hay que tener coraje para aceptar que algunas batallas se pierden, que el fracaso es parte de la fórmula, que tenemos que negociar con la vida, aprender a esperar el momento oportuno, reorientar nuestro velero, posponer el disfrute, reconsiderar si el bien deseado es verdaderamente nuestro bien.

La paciencia es la virtud del Espíritu, es el don de quien tiene a Dios en la vida, de quien no sólo ambiciona una meta, sino que ha aprendido a disfrutar del trayecto.

Cierto, tu paciencia se acaba, tienes que pedirle más a Dios, y no dudes, te la dará. Pero no como una pieza de joyería acabada, como un regalo listo para usarse, te la dará retando tu inteligencia, desafiando tu capacidad de saber esperar. Te la dará en forma de retos. Inspirará en ti la visión de la cumbre, la cima del mundo desde donde se contempla la majestad de una vida digna de ser vivida, y luego te dirá, anda, hijo, sube, asciende, trasciende, lucha, anhela, alcanza, sin detenerte, paso a paso, valiente, decidido, persuadido, y si las fuerzas te fallan, si la paciencia parece agotarse, yo te prometo que estaré allí para ayudarte a seguir.