Juan de Dios Hernández
Desde niño, a José Armando Hernández Medina le gustaba el deporte, andaba mucho en bicicleta y hasta participaba en competencias. Ya siendo adolescente empezó con vómitos y en el Instituto Mexicano del Seguro Social el diagnóstico fue que estaba enfermo del riñón; sin embargo, hoy a sus 17 años de edad, desafortunadamente es uno de los jóvenes de entre 16 y 22 años que padecen cáncer testicular y lucha cada dÃa por salir adelante.
La historia la narra Natalia Medina MartÃnez, empleada doméstica, casada y con cuatro hijos, todos estudiantes, quien tiene seguro por parte de su hija que estudia en el Tecnológico; su esposo padece diabetes, trabaja de albañil, y en su casa de madera y de láminas no cuentan con todos los servicios básicos, sólo tienen agua y aprovechan la luz del sol para hacer los deberes; viven en Ampliación 21. Y su hijo enfermo tiene 17 años, estudia el CBTIS No. 46 y tiene IMSS por parte de la escuela.
Relata que José Armando nació bien, fue un niño normal hasta hace dos años, cuando empezó con un fuerte dolor en la espalda, el doctor decÃa que era el riñón y pasó el tiempo con puro calmante, no tomaba refresco, sino mucha agua, es deportista, le gustaba el atletismo, fue a San Luis a competir, siempre andaba en bicicleta. âEn el mes de mayo él se pone mal, yo tenÃa que trabajar, mi esposo fue el que lo llevó, ya para mediodÃa me marcan, era un dolor muy fuerte y vomitaba, empezó a dejar de comer, porque todo lo que comÃa lo vomitabaâ, expresa.
NOTICIAS MALAS
Entonces le realizaron unos estudios y salió que tenÃa un tumor, cuando antes decÃan que era un riñón; les pidieron que esperaran hasta el mes de junio para un ultrasonido, pero en su desesperación se lo llevó de regreso a la casa; sin embargo, se complicaba más cada dÃa. Asà fue que lo operaron de los testÃculos, de donde le retiraron los tumores, y en menos de una semana le dieron los resultados, le dijeron que tenÃa cáncer, pero que ya estaba avanzado, ya habÃa llegado hasta la sangre.
LA ENFERMEDAD
El médico les explicó que era cáncer testicular, que les da a jóvenes de 16 a 22 años, aunque hay casos en que les da de 34 a 40 años; âdesgraciadamente a mi hijo fue el que le tocó como la loterÃa, de tantos a mi hijo le tocó la mala fortunaâ, lamenta.
LA AYUDA DE LA SEÃORA MAGY
Donde trabaja, la señora le decÃa que no se desesperara, que no se esperara en el Seguro, que ella le iba ayudar a que buscara un médico para que le hicieran una endoscopia y buscó la manera, y en un dÃa ella la movió; âella ya no vive, se llamaba la señora Magy, la de las gorditas, ella me brindó su ayuda, me trasladaba para todas partes, si gastó mucho dinero, no le importó, con tal de ayudarmeâ, dijo llorando.
LA DESESPERACIÃN
QuerÃa saber qué tan cierto era lo del tumor de su hijo, y en tres dÃas estaban los resultados, pero un médico les dijo âsaben qué, háganle una tomografÃaâ al siguiente dÃa se le hizo el estudio y ese mismo dÃa le dieron el resultado, no sin antes decirle que todos los medicamentos y estudios iban a ser muy costosos y que por más que quisiera ayudarle no podÃa, pero que le iba a hacer una hoja y que le tenÃan que ayudar en el seguro; âahà me dijeron que mi hijo se iba a morir, que los tumores están en los testÃculos y seguirán avanzandoâ, menciona.
LA TRISTEZA DE SU HIJO
Al escuchar las palabras del doctor, su hijo se fue para abajo, ya no caminó, dejó de comer, dejó de luchar por su vida, siguió sintiéndose mal, tenÃa una cirugÃa que le programó para el 12 de junio y su hijo se puso mal antes, le dio una taquicardia, ya no podÃa respirar, y lo tuvo que llevar a urgencias, donde una maestra le echó la mano y paso rápido y lo atendieron.
LA ENFERMERA DE VOCACIÃN
Ahà encontró una enfermera llamada Lupita, que la ayudó bastante y gracias a ella las cosas avanzaron bastante, hasta la fecha le sigue ayudando, no económicamente, pero le ofrece una atención humana, âtanto que podrÃa decir que le salvó la vida a mi hijoâ, afirma.
CÃNCER
âNo sé cómo se originó, no hay una explicación, que según fue por los tumores cancerÃgenos, mi hijo ha recibido quimioterapias, ya las terminó, hace un año que fue la última vez, pero fueron muy dolorosas, ese tumor hizo que perdiera un riñón, fue retirado gracias a Dios, pero a él lo limitó bastante, no puede caminar mucho, se cansa, pero sigue luchando por su vida, estudia, ya no trabajaâ, comenta.
LA ESPERANZA
Finalmente, expresa âlo único que quiero, es que mi hijo recupere su vida normalâ. ¿Quiere su hijo un riñón nuevo? Se le pregunta, y responde: âél ya no quiere que lo vuelvan operar, dijo que ya no quiere sufrir como antes, Dios quiera y le pueda dar a mi hijo una esperanza para vivirâ.
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