Rodolfo del Ãngel del Ãngel
Frecuentemente, tú lo sabes mi Señor, vivo con un sentido de frustración. No hay un dÃa en el que pueda decir que todo está bien, en su justo lugar, que cada una de mis necesidades está cubierta. Siempre hace falta algo. AquÃ, delante de ti, dejo fluir mis preocupaciones, mi insatisfacción, y es justo aquà delante de ti, que tu presencia se deja sentir como una brisa suave que calma mis afanes, que tranquiliza mi alma inquieta. Y me hablas, Señor, con tu voz amable que me dice que todo va a estar bien, que la vida no se trata de ausencia de penas, sino de la abundante alegrÃa que podemos alcanzar cuando aprendemos a ser agradecidos con tus bendiciones. De esta manera me haces comprender que todo lo hemos recibido, aún la pena que entristece nuestros corazones tiene un sentido, porque cómo podrÃamos saber lo esencial y valiosas que son nuestras bendiciones si la necesidad o la pérdida no fueran parte de nuestro vivir.
Me haces comprender que el bienestar y la felicidad no consisten en la confianza ilusoria de que nada perderemos, sino en la certeza de lo que no podemos perder de ninguna manera.
Me dices, una vez más, que hoy es un dÃa para agradecer. Mi alma contenida rompe sus diques y las palabras se desbordan para decirte: Gracias, Señor, por la vida y la salud, por este nuevo dÃa, porque con los primeros rayos del sol has hecho descender una nueva bendición para todas tus criaturas, gracias por todo el amor que he dado y recibido, por las personas que me acompañan en el camino y las que alguna vez me acompañaron y ya no están en este mundo, gracias por el trabajo y el pan cotidiano, gracias por la amistad grata e incondicional de los buenos amigos, gracias por el respirar y por cada latido de mi corazón que tu sostienes.
Pero gracias, también, por el dolor que me acerca a ti, porque ¿cómo podrÃa conocer que eres un Padre de misericordia y un Dios de toda consolación si en mis derrotas y sufrimientos no me confortaras? ¿Cómo podrÃa comprender el dolor de otros a quienes tú me pides que ame y anime en medio de sus aflicciones si no pasara yo mismo por un dolor semejante?
Gracias, Señor, sobre todo, porque no importa cuánto pierda o gane en este mundo si me acompaña siempre la certeza y la confianza gozosa de que tu amor es todo lo que necesito y nada, nada, me puede apartar de ti jamás. Esa confianza transforma todas las cosas, me hace ser agradecido por las incontables bendiciones que me das cada dÃa, y me hace descansar confiado cuando la vida se complica.
Cierto, Señor, me pueden hacer falta muchas cosas, pero nunca me faltarán tu amor y tu presencia y por eso, hoy y siempre, ¡Te doy gracias, Señor!
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