Rodolfo del Ãngel del Ãngel
Una de las preocupaciones que ocupaba mi mente en los dÃas previos a nuestro viaje a Chicago era, cómo habrÃamos de guiarnos en el camino. Todas estas carreteras, vÃas rápidas, grandes ciudades con calles y avenidas interminables de este paÃs lucen tan enormes y desconocidas que uno tiene la sensación de estar perdido a cada paso.
De alguna manera nos las arreglamos para llegar a la ciudad de Houston. El hecho de saber que familiares y amigos viven allà nos daba cierta seguridad pues su guÃa estaba disponible a través del teléfono. Después de este punto estarÃamos por nuestra cuenta, tendrÃamos que recorrer el camino de alguna manera para llegar a nuestro destino.
Mi hermano tuvo una idea genial, nos regalo un localizador satelital (GPS). Este maravilloso aparato es una increÃble ayuda. Usted ingresa su destino, estado, ciudad y dirección especÃfica y el aparato le va indicando en forma visual y audible el trayecto. No hay manera de perderse, si atiende usted las indicaciones.
Asà es que la señal que nos dirigió llegaba literalmente del cielo, del satélite que nos posicionaba. Obviamente que nos ahorramos muchas dificultades y pudimos arribar a destino sin mayores dificultades.
Frente al ser humano se abre muchos caminos, todo pueden parecer los más convenientes para llegar al destino final de la existencia humana a salvo, pero la mayorÃa de estas opciones conducen a vidas confusas, sin sentido, al fracaso espiritual y moral, y lo más terrible, a la muerte eterna misma.
¡Cuánto necesitamos una guÃa segura e infalible que nos hable con voz clara respecto al camino que debemos tomar para alcanzar la realización humana para la que fuimos creados y experimentar la vida eterna que viene de Dios!
Hay muchas guÃas, voces, filosofÃas, religiosidades que parecen mostrar la dirección correcta, pero sólo hay una que verdaderamente viene de Dios, es la voz del cielo que nos guÃa, es la señal que nos viene desde arriba. Es la Palabra escrita de Dios, inspirada por su EspÃritu. Esa Palabra en forma de revelación escrita nos habla de la Palabra encarnada en Cristo. âÃl es el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre sino por élâ (Juan 14:6).
Jesús dijo que Moisés y los Profetas hablaron de él. La Escritura es el testimonio de su naturaleza y misión redentora, de la palabra definitiva de Dios para salvación. Si ignoramos esa guÃa, nos perderemos en el camino de la vida, nos perderemos eternamente.
San Pablo escribió a su amado hijo en la fe Timoteo estas palabras: â. . .y que desde la niñez has sabido las sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación que es en Cristo Jesúsâ (2 Timoteo 3:15).
Por esa razón bien haremos en atender esa señal, ese mensaje que nos viene del cielo, de Dios, como el testimonio escrito de la Palabra encarnada. Bien haremos en hacer posible que muchas personas, en todas las naciones, en todos los idiomas, puedan leer, atender y creer el mensaje de la Palabra de Dios.
En este mes de la Biblia, unamos nuestras oraciones por las Sociedades BÃblicas Unidas de México y su misión sagrada de hacer llegar la Palabra en el idioma que la gente puede leer y al precio que pueden pagar. También asociémonos con nuestra ofrenda generosa en esa causa tan vital y urgente.
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