Rodolfo del Ãngel del Ãngel
Lucas nos narra en su evangelio que MarÃa y José, cumplidos los dÃas de la purificación de ellos, acudieron al templo para presentar a Jesús. Siendo Jesús el primogenito debÃa ser consagrado al Señor conforme a lo establecido en la ley.
Para MarÃa y José este hecho no significaba cumplir solamente con los convecionalismos religiosos y culturales de su pueblo. TenÃa un significado más profundo. Jesús debÃa cumplir toda justicia y toda la ley a fin de llevar adelante el programa redentor. Sus padres habÃan adquirido conciencia de que Dios les habÃa encomendado una tarea muy especial, la de criar a este niño tan singular destinado a ser el Salvador de la humanidad.
¿Qué medios les fueron asignados para cumplir con tan especial y difÃcil tarea? Antes de su embarazo MarÃa estaba comprometida para casarse, de acuerdo a las costumbres judÃas ella tendrÃa unos 14 años de edad. Tanto para ella como para José su esposo este embarazo milagroso e inesperado significó una tarea prematura para la que sin duda no estaban preparados. Su situación social no era nada cómoda, ni mucho menos prometedora para ese bebé. Pertenecientes a una nación tributaria de Roma y a la marginalidad de la sociedad de su época carecÃan de los medios indispensables para asegurar a este hijo tan especial lo que nosotros llamarÃamos un futuro prometedor. ¿Los considerarÃamos preparados para semejante tarea de criar al mismo Hijo de Dios?
Sin embargo, ellos tenÃan otras riquezas que podrÃamos llamar esenciales en una familia para responder al llamado de la paternidad.
TenÃan amor, ese amor de esposos significaba un sólido lazo expresado en una actitud protectora, compromiso y disposición de enfrentar juntos las taeras de la vida. José era un hombre amoroso y sustentador que no dejó sola a MarÃa en su gravidez, sino que protegió su honor y prohijó a Jesús dándole su nombre y su protección.
TenÃan espiritualidad, esa espiritualidad no era la pertenencia formal a una religion, era una communion viva con Dios en medio de cualquier situación de la vida. SeguÃan las directivas divinas y obedecián la Palabra de Dios sin cuestionarla. Cuando Dios le asignó la tarea a MarÃa de ser la madre del Salvador ella se puso su destino en la manos de Dios y aceptó la tarea al responder al ángel: "He aquà la sierva del Señor; háagase conmigo conforme a tu palabra."
José, por su parte, cuando le fue revelado el orÃgen de la concepción de Jesús y se le dijo que no debÃa temer recibir a su mujer -segú el evangelio de Mateo- que, desprtó del sueño, e hizo como el ángel del Señor le habÃa mandado.
¿Una familia como cualquier otra? Si, en algunos sentidos: Enfrentando tareas inesperadas para las cuales no se sienten suficientemente preparados; con dificultades económicas en medio de una sociedad con un presente difÃcil y un futuro incierto.
Pero en otro sentido, una familia diferente, muy diferente a las que vemos hoy dÃa en nuestro mundo. Poseedora de dos valores fundamentales que por la gracia de Dios y que, más allá de toda carencia material o realidad social, les capacitaban para la extraordinaria tarea que se les habÃa encomendado: verdadero amor y verdadera espiritualidad.
Ciertamente necesitamos recuperar y fortalecer estas dos virtudes fundamentales que hacen que un matrimonio y un hogar sean el ambiente propicio para generar vida, crecimiento y fe.
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