Viernes, 03 de Mayo de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 11 de Noviembre al 17 de Noviembre de 2016

Consuelo abundante

Consuelo abundante

Rodolfo del Ángel del Ángel



Jesús le dijo a Marta que, afligida, lloraba la muerte de su hermano Lázaro: -- Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?-- (Juan 11:25-26).

Jesús habla de creer frente a las trágicas realidades de la existencia y las preguntas que nos hacemos en medio de la pérdida y el duelo. En las circunstancias en las que se encontraban Martha y su hermana María nada más quedaba por hacer sino llorar por su hermano fallecido cuatro día atrás de que Jesús llegara a Betania donde vivían estos amigos tan queridos por él.

Surgen los "si hubieras...". Si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. El alma de esta mujer estaba en gran aflicción y a su mente venían las ideas de todas las cosas que ella pudiera haber hecho para evitar la muerte de su hermano. En sus palabras hay una mezcla de sufrimiento y cierto reclamo al Señor: ¿Por qué no viniste antes? Con tu poder lo habrías sanado. Cuando la muerte llama a la puerta los hubiera no valen. Ante la realidad de la muerte todas las esperanzas caen por tierra. Pero la respuesta de Jesús es sorprendente. Lázaro está muerto, pero yo soy vida y resurrección ¿A qué vida se refiere Jesús? A la vida abundante, plena, vida más allá del sufrimiento, vida que triunfa sobre la trágica realidad de la muerte.

¿Cómo poder hablar de vida frente a la tragedia? ¿Trataba Jesús de dar algún consuelo a Marta más allá de las reales posibilidades de lo que él puede ofrecer? Cuántas veces hemos expresado algunas palabras como: Siento su pérdida, o lo acompaño en sus sentimientos, sabiendo dentro de nosotros que tales palabras no son suficientes, no curan el dolor, no reparan la pérdida, no dan aliento ni esperanza, ¿Ocurre lo mismo con las palabras de Jesús? Podemos decir con gran alegría que no, sus palabras son verdaderas y están avaladas por el Cristo que ha derrotado la muerte. Jesús llama a Lázaro con voz potente a salir de la tumba, el milagro se efectúa ante los ojos atónitos e incrédulos de los presentes. Lázaro resucitó, las instancias humanas como la enfermedad, el cuerpo ya en descomposición después de cuatro días de fallecidos no son obstáculo para que el poder de Cristo se manifieste. Esto no significa que debemos esperar una resurrección inmediata de los que han muerto, pero este milagro es un anticipo de la realidad de la resurrección que desafía la mortalidad y la miseria humana.

¿Cómo apropiarnos de esta esperanza? Recordando que Aquel que nos promete la vida, lloró también, fue a la cruz, se sometió Él mismo a la condición de mortalidad humana y, por lo tanto, Él sabe del dolor, el quebranto y el duelo. Cristo nos comprende y nos consuela como nadie puede hacerlo, pero además nos da su palabra de esperanza: El que cree en mí aunque esté muerto vivirá. Él mismo nos mira y nos desafía a responder la gran pregunta: ¿Crees esto?
Pbro. Rodolfo del Ángel del Ángel

 


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