Semana del 26 de Agosto al 01 de Septiembre de 2016

Cuando el mundo se pone de cabeza

Cuando el mundo se pone de cabeza

Rodolfo del Ángel del Ángel

Para tener bienestar es necesario aceptar el hecho de que la vida no siempre es justa. Con frecuencia, ante las circunstancias que complican de manera inesperada nuestra existencia nos sentimos perplejos y vulnerables. A veces parece que la vida se ensaña con nosotros porque los problemas no vienen solos, traen consigo más problemas. Tal vez pensemos que esto es una especie de castigo divino, o que estamos pagando caro nuestros errores y pecados. Ciertamente que muchas de las dificultades de la vida vienen como resultado de decisiones equivocadas o de conductas irresponsables. En este sentido, nos podríamos ahorrar un buen número de problemas si aprendiésemos a actuar de una manera más consciente y madura. Sin embargo, debemos reconocer que, aún, las equivocaciones son parte del precio que tenemos que pagar para crecer.

Lo cierto es que, aún cuando procedamos bien y procuremos vivir de una manera decente y justa como buenos cristianos, no tenemos garantía de que no nos van a suceder cosas malas. A veces, incluso, cuando más procuramos agradar a Dios, más grandes parecen ser nuestras pruebas.

La pasada semana no sentimos conmocionados al enterarnos de la noticia de que Pepe, un joven de nuestra iglesia de tan solo 16 años, tiene un tumor en su organismo que puede ser maligno. La vida de los hermanos Dueñas cambio de pronto de manera dramática. Muchas son las preguntas que acuden a nuestra mente en circunstancias como estas. ¿De qué manera podemos enfrentar la prueba? ¿Qué recursos tenemos como creyentes para no ceder ante la desesperanza?

Algunos de estos recursos más importantes son:

1. La confianza en Dios. Nuestra fe se debilita pero recordemos que confiar en Dios es un don que se nos concede por la gracia del Espíritu. La fe espera grandes cosas de Dios para ver grandes cosas de Dios aún en medio de las más desesperadas circunstancias.

2. La oración. El dialogo con Dios nos conforta y nos prepara para librar las grandes batallas de la fe. Oramos con la confianza de que Dios escucha y Dios responde. Desde luego que esa respuesta no es conforme a nuestros deseos, sino conforme a su voluntad. Jesús nos anima a orar diciendo: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. porque el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá"(Mat.5:7,8).


3. La comunión de los santos. Nunca como en otras circunstancias, las dificultades nos animan a buscar la fortaleza en la fraternidad de los cristianos que comparten sus penas y alegrías. Esa maravillosa comunión no está limitada por las barreras de tiempo y de espacio. Nuestras oraciones nos unen para buscar la gracia de nuestro Padre. El saber que no pasamos solo por las dificultades nos conforta.

Cuando la vida se complica inesperadamente Dios nos hace un llamado a la confianza, pues aunque el mundo esté de cabeza ¡Él lo tiene en sus manos!