Semana del 07 de Marzo al 13 de Marzo de 2025

70 veces 7

70 veces 7

Héctor de Luna Espinosa

A todos, en algún momento, nos han lastimado, ofendido y han pecado contra nosotros. La pregunta que surge es, ¿cómo debemos responder cuando ocurren tales ofensas? De acuerdo con la Biblia, debemos perdonar. Efesios 4:32 dice: "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". De la misma forma, Colosenses 3:13 declara: "Soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviera queja contra otro, de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros". La clave en ambos pasajes es que debemos perdonar a otras personas tal como Dios nos perdonó. ¿Por qué perdonamos? Porque nosotros hemos sido perdonados. Nuestro perdón a los demás debe reflejar el perdón de Dios para con nosotros.

Para perdonar a aquellos que pecan contra nosotros, primero debemos entender el perdón de Dios. Dios no perdona a todos automáticamente sin condiciones previas. El perdón correctamente entendido implica arrepentimiento por parte del pecador, así como amor y gracia por parte de Dios. Aunque el amor y la gracia están presentes, a menudo falta el arrepentimiento. Así que el mandato bíblico de que nos perdonemos unos a otros no significa que ignoremos el pecado. Significa que, con gusto, gracia y amor, extendemos el perdón a aquellos que se arrepienten. En Mateo 18:21-22, Pedro le preguntó a Jesús: "Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?" Jesús le respondió: "No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete". Por lo tanto, siempre debemos estar dispuestos a perdonar cuando se nos da la oportunidad, no solo siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Negarse a perdonar a una persona que lo pide demuestra resentimiento, amargura y enojo, y ninguno de estos son los rasgos de un verdadero cristiano. Perdonar a los que pecan contra nosotros requiere paciencia y tolerancia. La iglesia tiene el mandato de ser paciente para con todos, y deberíamos ser capaces de pasar por alto los desaires personales y las ofensas menores. Jesús dijo: "A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra". Perdonar a aquellos que pecan contra nosotros requiere el poder transformador de Dios en nuestras vidas. Hay algo profundo en la naturaleza humana caída que tiene sed de venganza y busca pagar con la misma moneda. Naturalmente, queremos causar el mismo tipo de lesión a aquel que nos maltrató. "Ojo por ojo" parece justo, pero en Cristo, se nos ha dado el poder de amar a nuestros enemigos, hacer el bien a los que nos odian, bendecir a los que nos maldicen y orar por los que nos hacen daño. Jesús nos da un corazón dispuesto a perdonar, y esa disposición obrará buscando ese propósito.

Cuando vemos la enorme misericordia de Dios al perdonarnos todas nuestras transgresiones, nos damos cuenta de que no tenemos derecho a retener esa gracia hacia otros. Hemos pecado infinitamente más contra Dios de lo que cualquier persona pueda pecar contra nosotros. Dios promete que, cuando venimos a Él pidiéndole perdón, Él nos concede ese perdón gratuitamente. 1 Juan 1:9 nos dice: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". El perdón que otorguemos no debe tener límites, de la misma manera que el perdón de Dios es ilimitado. En Lucas 17, se nos dice: "Mirad por vosotros mismos: si tu hermano pecare contra ti, repréndele, y si se arrepintiera, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti diciendo: 'Me arrepiento', perdónale".

Finalmente, termino citando las palabras que Jesús nos enseñó a orar al Padre: "Y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores". Dios te bendiga.