Semana del 07 de Febrero al 13 de Febrero de 2025

Violencia escolar en San Luis Potosí

Violencia escolar en San Luis Potosí

Un problema ignorado hasta que es demasiado tarde

La violencia en las escuelas es una realidad que sigue sin recibir la atención necesaria de las autoridades y de la sociedad en general. El reciente caso de un menor agredido en una telesecundaria de la zona media de San Luis Potosí ha puesto en evidencia, una vez más, la falta de acción ante este problema. A pesar de las constantes denuncias de los padres, el sistema educativo y las autoridades municipales han fallado en garantizar la seguridad de los estudiantes.

UN CASO QUE EVIDENCIA UNA CRISIS MAYOR
El caso de este menor no es un hecho aislado. Durante meses, el estudiante fue víctima de acoso por parte de sus compañeros, sin que el director de la institución tomara medidas al respecto. El acoso escaló hasta llegar a una agresión física documentada en video, donde varios estudiantes lo atacan y uno de ellos intenta herirlo con unas tijeras. Este material se filtró a las redes sociales y se convirtió en un tema de indignación pública.

La denuncia formal ante la Unidad Regional de Servicios Educativos (URSE) de la zona media fue presentada por la familia del menor sin conocer la existencia del video. Fue gracias a que una persona se atrevió a compartir la grabación que las autoridades finalmente tomaron cartas en el asunto, reubicando a los agresores. Sin embargo, esta medida ha sido cuestionada por la falta de una sanción ejemplar que evite la repetición de estos actos.

EL SILENCIO INSTITUCIONAL Y LA FALTA DE MEDIDAS PREVENTIVAS
Lo más preocupante es que este tipo de violencia en las escuelas se ha vuelto común. Muchos casos similares han ocurrido en los últimos años sin que las autoridades hayan implementado estrategias efectivas para prevenirlos. La reacción gubernamental suele ser la misma: condena pública de los hechos, promesas de acción y, eventualmente, el olvido. Mientras tanto, miles de niños y adolescentes continúan enfrentando acoso y violencia en sus centros educativos.

El problema no solo radica en la falta de respuesta de las autoridades escolares, sino también en la indiferencia de los padres de los agresores. En este caso, lejos de asumir la responsabilidad de la conducta de sus hijos, algunos han intentado minimizar los hechos, incluso insinuando que el video fue manipulado para ganar notoriedad en redes sociales. Esta actitud refleja una preocupante falta de conciencia sobre el impacto de la violencia escolar.

LAS FALLAS DEL SISTEMA EDUCATIVO Y LA RESPONSABILIDAD DE LAS AUTORIDADES
El sistema educativo tiene la responsabilidad de garantizar un ambiente seguro para todos los estudiantes. Sin embargo, este caso demuestra que las medidas de prevención y respuesta son insuficientes. La solución no puede limitarse a la reubicación de los agresores; es necesario un enfoque integral que incluya sanción efectiva, acompañamiento psicológico para las víctimas y medidas de reeducación para los agresores.

Además, la violencia escolar no puede verse de manera aislada, sino como parte de un problema estructural de inseguridad y descomposición social. En municipios como Rioverde, donde los niveles de violencia generalizada van en aumento, es imprescindible que las políticas públicas aborden la situación desde la raíz.

EL LLAMADO A LA ACCIÓN: NO BASTA CON CONDENAR, HAY QUE ACTUAR
Las declaraciones del secretario general de Gobierno y del gobernador Ricardo Gallardo han reiterado que este tipo de actos no serán tolerados y que se aplicarán medidas para evitar que vuelvan a ocurrir. No obstante, la historia reciente demuestra que estas palabras suelen quedar en el aire.

Es momento de que la sociedad y las autoridades exijan soluciones reales. La educación sobre la violencia escolar debe iniciar en casa, con la formación de valores y el fomento del respeto. Las escuelas deben contar con protocolos claros para atender el acoso y la violencia, con sanciones efectivas y seguimiento a los casos. Las autoridades, por su parte, deben dejar de ser reactivas y empezar a trabajar en estrategias preventivas.

El silencio y la inacción han permitido que la violencia se normalice en las aulas. Mientras no haya consecuencias ejemplares para los agresores y sus responsables, seguirá ocurriendo lo mismo: denuncias ignoradas, agresiones que escalan hasta convertirse en tragedias y declaraciones gubernamentales sin impacto real. La pregunta es: ¿cuántos niños más deben ser víctimas antes de que la educación en San Luis Potosí sea verdaderamente un espacio seguro?

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