Semana del 06 de Septiembre al 12 de Septiembre de 2024

El futuro económico de México y las lecciones no aprendidas

El futuro económico de México y las lecciones no aprendidas

Gustavo Puente Estrada

Debemos actuar con prudencia y responsabilidad, alejarnos del fanatismo y enfocarnos en lo que realmente importa: el bienestar de los ciudadanos y la estabilidad económica del país

La economía de México se encuentra en una encrucijada peligrosa, y es imperativo que tomemos decisiones basadas en el entendimiento profundo de las señales que los mercados nos están enviando. En las últimas semanas, hemos presenciado una devaluación del peso de más del 20%, un hecho que no puede ser tomado a la ligera. Estados Unidos y Canadá, nuestros principales socios comerciales, han levantado la voz de alarma, sugiriendo que nuestras políticas económicas están sembrando incertidumbre en los mercados internacionales. Pero, ¿es esta la realidad o estamos siendo víctimas de una narrativa política que busca desestabilizar al país?

Como economista, he observado que muchos de los comentarios que se hacen en torno a la situación actual carecen de un soporte técnico sólido. Se trata más de un discurso político que de un análisis económico profundo. Sin embargo, la realidad es innegable: México ocupa una posición privilegiada en el escenario global. Somos la economía número 12 del mundo, un logro que no podemos darnos el lujo de perder.

Nuestro país depende en gran medida de sus relaciones comerciales con Estados Unidos y Canadá. No olvidemos que el 82% de nuestras exportaciones tienen como destino Estados Unidos, y Canadá es el tercer país que más invierte en nuestra economía. Estas relaciones no pueden ser suspendidas ni puestas en pausa. La economía está íntimamente ligada a la política, y quienes toman decisiones deben entender las implicaciones económicas de sus acciones, no solo las políticas.

El año pasado, México vendió productos por un valor de 400 mil millones de dólares a Estados Unidos, un volumen de comercio que no es trivial. Además, recibimos 36 mil millones de dólares en inversión extranjera directa, principalmente de Estados Unidos. Esta inversión genera empleos, y cada empleo representa una familia que depende de la estabilidad económica del país. El sector productivo no recibe dinero del gobierno; nosotros generamos riqueza, empleo y bienestar. Debemos cuidar cada empleo, porque es la única manera de reducir la pobreza en México, donde aún tenemos 58 millones de personas viviendo en condiciones de pobreza.

Uno de los errores más graves que podemos cometer es friccionar con el Poder Judicial. La incertidumbre jurídica espanta la inversión. Si debilitamos la certeza legal en México, las empresas extranjeras pensarán dos veces antes de traer su capital aquí. La salida de fábricas norteamericanas de Asia es una oportunidad de oro para México, pero solo si podemos ofrecer un entorno seguro y estable. Hoy en día, el 80% de estas fábricas están optando por trasladarse a Estados Unidos, mientras que el 20% restante se reparte entre Canadá, México y Brasil. No estamos recibiendo lo que creíamos que llegaríamos a captar, y eso debería hacernos reflexionar.

La solución es clara: necesitamos dar certeza jurídica, fortalecer el Estado de derecho y mejorar nuestra infraestructura, educación, movilidad y seguridad. Es imperativo que los funcionarios públicos que ocupan cargos en áreas económicas tengan experiencia en el sector productivo. Solo así podrán entender la conexión vital entre las decisiones políticas y su impacto en la economía real. La pobreza no se combate con discursos ni con políticas populistas, sino con la creación de empleos y oportunidades reales para la gente.

Uno de los temas que no podemos ignorar es el próximo examen al que seremos sometidos: la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026. Esta revisión será crucial para el futuro de nuestra economía. Estamos en una posición frágil, y es fundamental que abordemos este tema con seriedad y preparación. El próximo Secretario de Economía, Marcelo Bravo, tiene la ventaja de haber sido Secretario de Relaciones Exteriores y conocer bien la idiosincrasia de nuestros socios comerciales. Sin embargo, la confianza no puede basarse solo en relaciones personales; necesitamos ofrecer certeza jurídica y estabilidad económica.

La situación en nuestra frontera con Estados Unidos es un reflejo de los desafíos que enfrentamos. En los 3,200 kilómetros de frontera, dos millones y medio de personas dependen de las maquiladoras para su sustento. La salida de fábricas de Asia podría ser una oportunidad para nosotros, pero si no ofrecemos un entorno seguro y atractivo, esas inversiones irán a parar a otros lugares.

En San Luis Potosí, por ejemplo, la zona industrial genera 140,000 empleos formales, lo que equivale a 140,000 familias que dependen de la estabilidad económica de la región. Pero, ¿qué sucede si no hay seguridad jurídica? Las empresas extranjeras podrían reducir sus pedidos, lo que generaría desempleo y afectaría a miles de familias. No podemos permitir que eso suceda.

En lugar de enfrascarnos en politiquería, debemos enfocarnos en el bienestar real de los ciudadanos. Necesitamos infraestructura moderna, como la ampliación de la carretera 57, que conecta México con Nuevo Laredo y que es vital para el comercio con Estados Unidos. Esta carretera, que fue construida hace 67 años, todavía es de dos carriles por lado, a pesar de que soporta entre 140,000 y 160,000 vehículos al día. ¿Por qué estamos priorizando otras obras cuando esta es la que realmente necesitamos?

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