Lunes, 06 de Mayo de 2024
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Semana del 08 de Julio al 14 de Julio de 2022

De la cima al valle

De la cima al valle

Héctor de Luna Espinosa



¿Alguna vez has estado en la cima de la montaña? Si lo has experimentado seguramente estarás también familiarizado con los valles espirituales. Esos lugares bajos pueden ser emocionalmente agotadores, son lugares de desánimo e incluso de depresión.

Yo creo que todos, aun los hombres de fe, han pasado por lo alto de la montaña, pero también por lo bajo de los valles.

Elías, el profeta del Antiguo Testamento, libró esta misma batalla entre la esperanza y la duda. Dios dirigió a Elías en 1 Reyes 18 que le dijera al rey Acab que la sequía, el castigo por la adoración a los ídolos de Acab, iba a terminar. Elías reunió a más de 800 profetas de Baal y Asera, los dioses paganos, en la cima del monte Carmelo y los desafió a pedir a sus dioses que hicieran descender fuego del cielo. Elías dijo que cualquier dios que enviara fuego era el verdadero Dios.

Después de un día entero de cánticos, oraciones y sacrificios, estos profetas paganos no pudieron recibir respuesta alguna de sus "dioses". Entonces Elías invocó al Señor para que se probara a sí mismo, y de inmediato descendió fuego del cielo. Ante esto, todo el pueblo se postró y proclamó: "El SEÑOR, Él es Dios; el SEÑOR, Él es Dios". (1 Reyes 18:39). Entonces Elías apresó a los profetas de Baal, "los hizo descender al arroyo Cisón, y allí los degolló" (1 Reyes 18:40). Fue una gran victoria para Elías, una experiencia literal en la cima de una montaña con Dios. Y entonces, empezó a llover.

En respuesta a la victoria de Elías, la esposa de Acab, Jezabel, amenazó con matar a Elías. El profeta huyó para salvar su vida. Se fue por el desierto un día de camino. Y allí en el desierto, se sentó debajo de un árbol deseando morirse.

Solo unos días antes, Elías le había pedido a Dios valientemente que se mostrara frente a cientos de personas que se oponían a su Dios. Pero ahora, después de recibir una sola amenaza, Elías estaba huyendo y les había abierto la puerta al desánimo y a la depresión.

Elías estaba completamente exhausto y, por lo tanto, susceptible a la duda y al desánimo. Estaba centrado en sí mismo. Elías tenía que volver a poner sus ojos en el Señor. Eso era absolutamente esencial.

Dios lo había usado poderosamente, sin embargo, parece que se había olvidado de ese Dios de poder. Ante la duda y el desánimo, cuando parece que las cosas no pueden empeorar, debemos acercarnos a personas que nos ayuden a mantener la perspectiva correcta, pero sobre todo a Dios que es la fuente de toda esperanza.

Al huir, Elías se separó de las personas que podrían haberlo ayudado a crecer en la fe, personas que podrían haberle ofrecido ánimo, fortaleza y lo que es más importante, objetividad. Si se hubiera acercado a otros, Elías podría haberse dado cuenta de que el Dios que respondió con fuego continuaría estando con él. Pero en lugar de eso, Elías clamó: "Basta ya, SEÑOR, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres" (1 Reyes 19:4).

Muchos de nosotros podemos identificarnos con la situación de Elías, y sentir que somos los únicos que quedamos y estamos a punto de ser aniquilados. Es más fácil ceder ante la autocompasión que confiar en la provisión de Dios.

Después de que Dios fortaleció a Elías con comida y descanso en el desierto, Dios lo confrontó en el Monte Horeb. ¿Qué haces aquí, Elías? (1 Reyes 19:9). Elías se quejó de que era el último profeta que quedaba y que estaba a punto de ser asesinado. En lugar de reprender a Elías por su egoísmo y falta de fe, Dios se reveló a sí mismo. Le dijo que no estaba solo, sin importar cómo pareciera la situación. Había 7,000 personas en Israel todavía fieles a Dios, personas cuyas rodillas no se habían doblado ante Baal (1 Reyes 19:18).

La historia de Elías nos recuerda que siempre debemos mirar hacia arriba. No importa si estamos en la cima o en el valle, nuestra mirada siempre debe ser fijada en Dios. Aun cuando las cosas parecen sin esperanza, nuestra mirada debemos ponerla en Jesús, nuestra esperanza.

Oración:
Señor todo poderoso, ayúdanos a no quitar nuestros ojos de ti. No importa la situación por la que estemos pasando, que no olvidemos que Tú sigues siendo Dios y Señor de todo. Ponemos nuestra confianza en ti y descansamos en las promesas que nos has dado en tu Palabra. Oramos en tu poderoso nombre Jesús. Amén.

Salmo 91:14 NBLA "Porque en Mí ha puesto su amor, Yo entonces lo libraré; Lo exaltaré, porque ha conocido Mi nombre.

15 Me invocará, y le responderé; Yo estaré con él en la angustia; Lo rescataré y lo honraré;

16 Lo saciaré de larga vida, Y le haré ver Mi salvación".

 


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