Jueves, 25 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 10 de Mayo al 16 de Mayo de 2019

El don de la maternidad

El don de la maternidad

Rodolfo del Ángel del Ángel



El Evangelio de Lucas nos narra acerca del embarazo de dos mujeres viviendo circunstancias muy distintas: María era una joven virgen de Nazaret que tenía un compromiso matrimonial con un hombre llamado José. Las jóvenes judías solían pasar de la potestad del padre a la del marido a muy corta edad y llegaban a ser madres en plena adolescencia, así es que lo más probable es que María tuviera una edad de 14 años cuando quedó encinta de Jesús. Sabemos por el relato evangélico que la concepción de Jesús fue un evento milagroso, fue una concepción virginal. Por supuesto María nunca hubiera imaginado un embarazo en tales circunstancias, pero cuando el ángel le hizo saber el origen y la identidad de la criatura que nacería de ella aceptó gozosa la encomienda de la maternidad aún con el riesgo de perder a su marido y el castigo y rechazo social que implicaba un embarazo inexplicable.

Elizabeth por su parte, era una mujer de edad avanzada, nunca había tenido hijos pues era estéril. La esterilidad de una mujer conllevaba vergüenza en la sociedad de aquella época y era motivo suficiente para que un marido se separara de su mujer. Tenemos un ejemplo de piedad y de fidelidad amorosa en Simeón, marido de Elizabeth que permaneció a su lado no obstante su esterilidad. Mientras Simeón ministraba en el santuario recibió anuncio de que su mujer quedaría encinta, él no creyó semejante noticia y quedó mudo hasta el momento del nacimiento de su hijo Juan. Podemos imaginar la indescriptible alegría de Elizabeth así como el asombro de sus vecinas ante semejante milagro. Dios siempre nos sorprende de maneras inesperadas y con bendiciones inimaginables.

Estas dos historias nos cuentan de la alegría de la maternidad y acerca del valor de la vida. La vida es un don de Dios y debe ser amada y defendida como lo más valioso. Al reflexionar en María pienso en muchas jovencitas que tuvieron que enfrentar la circunstancia de un embarazo no deseado. Estoy seguro que Dios vio su culpa, sus luchas, miró cuando pensaron terminar prematuramente el embarazo, y se alegró cuando decidieron darle una oportunidad a la vida.

Al reflexionar en Elizabeth pienso en las muchas mujeres que no han recibido la bendición de ser madres, pienso en el estigma que sigue significando pertenecer a una sociedad donde aún la mujer es valorada por su capacidad de concebir. Pienso en los muchos sueños rotos, las caricias guardadas, los sueños no realizados, el amor contenido de una mujer que desea ser madre. Pienso en las muchas mujeres que decidieron que su esterilidad no sería un impedimento paras ser madre y abrieron sus brazos y su corazón para cobijar una vida.

Estas dos historias son diferentes, con sus propias peculiaridades, pero en otros sentidos son semejantes, se trata del milagro de un nuevo ser, se trata del sagrado valor de la vida, se trata del amor que acepta una vocación extraordinaria, la de ser madre.

De qué manera tan especial nos enseñan estas dos mujeres una gran lección: La verdadera piedad es el amor por la vida.

 


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