Martes, 23 de Abril de 2024
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SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 02 de Febrero al 07 de Febrero de 2018

Cuando ya no recuerde tu nombre, ni tu rostro

Cuando ya no recuerde tu nombre, ni tu rostro

Rodolfo del Ángel del Ángel



Alguna ocasión ante un olvido que me parecía inexplicable me preocupé y me hice esta pregunta: ¿Será esto el síntoma de la enfermedad de Alzheimer? Luego leí alguna literatura y escuché comentarios de especialistas y descubrí que un olvido ocasional, aún sea de algo muy importante u obvio, como el nombre de una persona conocida o nuestro domicilio, se puede deber a muchos factores, entre ellos, al stress, la fatiga, o simple distracción. Olvidar las llaves del carro es algo común, preocúpese cuando no recuerde para qué son las llaves. El Alzheimer es una de las diversas enfermedades que, entre otros síntomas se caracteriza por un deterioro gradual e irreversible de la memoria. Las personas que padecen trastornos como el mal de Parkinson, esquizofrenia, demencia senil, o son víctimas de algún deterioro neurológico, ven afectados de manera importante los procesos de la memoria. Tener un paciente en la familia con alguno de estos trastornos se vuelve todo un desafío que obliga a tratar con esa realidad y hacer una serie de ajustes en el sistema para brindar al paciente la ayuda que requiere en todo los órdenes: Físico, mental, y espiritual.

Nadie espera verse enfrentado a semejante situación; cuando sucede, la contrariedad viene a nuestra vida. Experimentamos toda la gama de sentimientos que caracterizan a un shock emocional: Negación, enojo, culpa, tristeza. El paciente mismo que tiene todavía un buen grado de conciencia de la realidad pasa también por todas estas emociones y las expresa de manera muy particular, dando la impresión de que su carácter ha cambiado y se ha vuelto una persona de un trato muy difícil. Cuánto más pronto comprendamos que las actitudes del paciente son parte de la dinámica física y emocional que acompaña el padecimiento, más pronto habremos de aceptar y adaptarnos a la situación estando así en la posibilidad de brindarle al paciente la atención y la ayuda más conveniente. Desde luego esto no es fácil, justamente en este punto, la situación comienza a confrontarnos de maneras inesperadas: Perdemos la paciencia, nos tornamos ásperos con nuestro familiar enfermo, culpamos a los demás de no apoyar lo suficiente, o de llevar solos la mayor parte del peso de la responsabilidad del cuidado del paciente. Desde luego nuestra rutina se ve alterada de manera importante: Consulta con el médico, exámenes clínicos, entradas y salidas del hospital. Una situación así desafía nuestra capacidad de amar y nuestra paciencia, además de establecer exigencias económicas para las que, seguramente, no estábamos preparados. Tal vez le ayude a saber que a la mayoría de las personas que enfrentan una situación semejante les ocurre igual. ¿En tales circunstancias qué nos puede ayudar a sobrellevar la situación de la mejor manera? ¿Cómo lo han hecho otras personas?

Un sistema de apoyo es lo que puede venir en nuestro auxilio. ¿Cómo se constituye este sistema? Con un universo de amigos y personas que estén dispuestos a escucharnos, no todos los amigos son de ayuda, procure aquellos cuyas palabras y comprensión humana le hagan sentirse comprendido. Ayuda mucho el pertenecer a una comunidad religiosa en la cual la fraternidad se convierte en preocupación, genuina, y oraciones. Existen también grupos de ayuda en los cuales usted puede compartir sus preocupaciones, sentimientos y dudas con personas que atraviesan por una situación semejante y recibir orientación y apoyo; compartir aligera las cargas. Recordemos, finalmente, que Dios nos ayuda siempre y nos fortalece en medio de las situaciones difíciles de la vida. De él viene paciencia y aceptación.

Todos, en un momento dado, somos susceptibles de requerir de los cuidados especiales de nuestros seres queridos en medio de algún padecimiento y necesidad. El amor, el cuidado y la dedicación que damos a nuestros padres, por ejemplo, en edad avanzada significan sembrar bendiciones que cosecharemos en paz de conciencia y en cuidados y afecto de nuestros propios hijos. El mandamiento bíblico nos exige honrar a nuestros padres siempre, ello nos compromete para toda las vida. Una de las mejores maneras de honrarlos es mostrarles dedicación y amor cuando ellos ya no pueden bastarse a sí mismos.

Si usted está pasando por la circunstancia de ser el cuidador de uno de estos pacientes muy especiales, no desespere, hay alternativas para sobrellevar la situación. Dios le ofrece fortaleza y esperanza, y le llama a vivir esta experiencia como una escuela que le ha de educar en la paciencia, la fe y el amor, que, a fin de cuentas, es lo que nos hace verdaderamente humanos y cristianos.

No olvide que cuando sus seres queridos no recuerdan su nombre o su rostro, seguirán siendo capaces de dar y recibir amor.

 


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