¿Realmente quisieron matar al Mijis o lo que vieron nuestros ojos fue un engaño?

Hay muchas dudas. Las opiniones se dividen.

Para unos la vida del diputado Pedro Carrizales sí estuvo en juego.

Para otros fue un acto de simulación para convertir al legislador en una víctima.

Hay un hecho innegable. El vehículo en el que se trasladaba El Mijis la noche del pasado lunes 4 de febrero, en la carretera a Rioverde, por el Camino a Santa Rita, sí muestra los daños que causaron seis balazos que fueron disparados a muy corta distancia.

¿Fue la divina providencia la que salvo a este personaje o todo fue una bien montada obra de teatro para elevar los niveles de popularidad del Mijis?

Como dijo el clásico: ¡haiga sido como haiga sido!, el caso es que hoy nuevamente el controvertido diputado es noticia local y nacional. Si eso buscaba, consiguió su objetivo.

Lo lamentable es que otra vez un diputado contribuye a que la política se convierta en un espectáculo morboso.

Por lo obscuro del acontecimiento, creer o no creer en que fue un atentado se convierte en un acto de fe. Cada quien va a aceptar la versión que se acomode a sus prejuicios, fobias o simpatías.

Lamentablemente la opinión pública no cree en la palabra de un político porque la mayoría le han mentido miles de veces a la sociedad.