Como dice el refrán popular: “para atrás, ni pa’ agarrar vuelo”. La recta final se Hace presente y todos los contendientes afinan sus estrategias de salida, hacen sus cálculos y ajustan la maquinaria electoral.

Las campañas han sido inéditas y peculiares, sobresaliendo los debates cuyo formato permitió apreciar a los candidatos de manera natural, sin tapujos ni poses estudiadas, sino tal como son. No deja de ser motivo de polémica las acusaciones y descalificaciones entre ellos, sin embargo, es parte del morbo que atrae la atención del electorado, prevaleciendo el discurso antisistema.

Algo que llama la atención ha sido el ambiente de violencia que enrarece el clima electoral, pues en medio de las campañas políticas se han presentado delitos de alto impacto, muchos de ellos ajenos a las contiendas, otros muy llamativos, son las ejecuciones de candidatos rebasando los límites de cualquier confrontación en el terreno democrático.

Por otra parte, hemos tenido la oportunidad de observar las enormes diferencias entre unos y otros: sus cualidades, forma de pensar, propuestas e inclusive hasta conocer a sus cercanos. En ese sentido podemos válidamente especular sobre el destino y futuro del país dependiendo de quién llegue.

En esa medida no es extraño que Andrés Manuel prefiera no asistir a la invitación que le hicieron los estudiantes de la UNAM a debatir, pues evidentemente no es su fuerte y aunque le traerá un costo, seguramente sus cálculos le indican que es menor al que le puede acarrear si se presenta.

Por su parte Anaya insiste en un gobierno de coalición cimentada en una agenda común con base en acuerdos encaminados a la reconstrucción del Estado de Derecho, con diferencias marcadas en este punto con López Obrador, quien se inclina al modelo presidencialista de un solo hombre en la toma de decisiones.

No obstante, en esta recta se encuentran obligados a poner todo su empeño para conquistar el voto mayoritario de los ciudadanos, aún que existe la guerra de las encuestas, esas muestras resultan tan disímbolas que inclusive en muchas elecciones se alejaron sustancialmente de los resultados reales.

Como bien dicen, lo que se pone sobre la mesa en ésta elección no es quien llegue a la alternancia en la presidencia, sino la construcción de un nuevo sistema político, lo que incide con libertades, economía y Estado de Derecho, pues ese es el punto medular, destino con certidumbre o cambio con aroma al pasado.