Opinión
No des de las sobras
Por Héctor de Luna Espinosa
En días recientes y luego del fuerte sismo que sacudió numerosas localidades de diferentes estados de México, me llegó un mensaje vía whatsapp que muy seguramente muchos también recibieron. El mensaje decía que por cada peso que yo donara, la Fundación Carlos Slim iba a donar 5 más. La oferta me pareció muy atractiva pues en ella estaba la oportunidad de aumentar mi donación en favor de los necesitados.
Analizando la propuesta más a fondo me llevó a pensar que el Sr. Slim debe ser una persona muy dadivosa. Y además llegué a pensar que uno de los hombres más ricos del mundo, según Forbes, debía tener una riqueza 5 veces mayor que la mía (lo digo en broma). La realidad es que su riqueza no es 5 sino por lo menos un millón de veces mayor que la mía. Por lo que quise hacerle una contra propuesta ofreciéndole que por cada millón de pesos que él donara yo estaba dispuesto a donar 1. Así los dos podíamos juntar nuestros recursos y hacer un sacrificio similar para ayudar a los necesitados.
Si él decidiera donar 100 millones de pesos yo añadiría mis 100 pesos.
A la par salió la noticia de que algunos partidos políticos estaban dispuestos a “saludar con sombrero ajeno” donando un dinero que no era de ellos. Muy distinto de aquellos que hicieron un sacrificio donando de su propia bolsa, lo cual es digno de reconocimiento.
Quiero darles dos ejemplos relacionados a ello que encontramos en la Biblia.
Jesús se hallaba en un lugar del templo en el que había unas urnas en las que depositaban las ofrendas voluntarias cuando ve que se acerca una mujer que no solo era pobre, además era viuda y por lo tanto tenía muy pocos recursos para obtener ingresos económicos. Su pequeña contribución fue un sacrificio, pero lo hizo voluntariamente. Esta viuda dio todo lo que tenía, en contraste de lo que nosotros muchas veces hacemos.
La ofrenda de la viuda
Lucas 21:1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas.
Luc 21:2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas.
3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos.
4 Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
La blanca era una moneda judía de cobre, la del valor más pequeño que se acuñaba en los tiempos del Señor Jesús.
Aquí Jesús admira la ofrenda con sacrificio. La viuda dio todo lo que tenía, no lo que le sobraba.
El segundo ejemplo que quiero compartirles es el del Señor Jesús mismo. Él se entregó a Si mismo en sacrificio por nosotros, y Pablo nos dice:
Flp 2:5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Jesucristo, ejemplo supremo de humildad, dispuesto a negar sus derechos, a fin de obedecer a Dios y servir a la gente. Él siendo en forma de Dios se despojó a sí mismo haciéndose semejante a los hombres. Y no solo eso, pues estando en la condición de hombre se humilló a sí mismo yendo a la cruz a morir en nuestro lugar. Como Cristo, debemos tener una actitud de siervo y servir por amor a Dios y a los demás, no por temor o sentimientos de culpa. Recuerda, tu puedes elegir tu actitud. Puedes esperar ser servido o puedes buscar la oportunidad de servir a otros. Sigamos a Jesús, hagamos lo que Él hizo.
Te invito a aportar voluntariamente en favor de los que están pasando necesidad, no de lo que te sobra sino que realmente hagamos un sacrificio.
Y además, lo más importante, que entregues tu vida a Jesús, que sea el Señor de tu vida. Tu dinero nunca va a impresionar a Dios por mucho que sea. Entrégale todo lo que tienes, entrégale tu vida.