En esta era global tan determinada y decidida a unificar valores y actitudes es necesario voltear a vernos y reconocernos.

México es una nación multicultural forjada a través del incesante contacto a través del tiempo con otros pueblos, así pues, es una mezcla de razas y de conocimientos.

Nuestra diversidad cultural nos viene de los múltiples encuentros con culturas lejanas. Por ello, se nos reconoce en todo el mundo, por nuestra originalidad, sorprendemos porque aunque tenemos forma de vida occidental, sobreviven aún muchas de las antiguas creencias de los pueblos originarios.

México, habita a diario con su historia, los tiempos se entrelazan y se tocan, volvemos a convivir a diario con nuestras tradiciones en esta época moderna.

La identidad de una nación no es otra cosa que su historia, y por supuesto, los mexicanos descendemos de antiguas civilizaciones indígenas.

En la actualidad en nuestro país, existe una variedad lingüística en múltiples regiones que conviven en infinidad de rasgos culturales en todos los rincones a lo largo y ancho de nuestra república mexicana. Compartimos una rica herencia hispano-árabe que adquirimos a lo largo de tres siglos de vida colonial.

Luego la visión de los criollos en especial de Francisco Javier Clavijero, generó la idea de lo que es ser mexicano, la cual posteriormente fue reafirmada con el triunfo de la guerra de independencia.

Después, el movimiento de reforma impulsado por los liberales determino la validez de un proyecto histórico nacional. Después de la revolución se afirmó esta ideología y nos reconciliamos con nuestra historia.

Se gestó entonces el reconocimiento de nación, que permitió el florecimiento cultural de nuestro pueblo mexicano. Esto generó un nacionalismo riguroso. En donde podemos reconocer a gente como Orozco, Siqueiros, Juan Rulfo, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Octavio paz, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, J. Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Francisco Toledo, Julio Galán y el General L. Cárdenas, por citar a algunos personajes ilustres de nuestra historia.

Ahora bien los símbolos fundacionales del nacionalismo por excelencia son: la bandera, el himno nacional, el charro mexicano, el cine mexicano, todo esto nos da identidad nacional en complicidad con nuestra historia ancestral y colonial.

La música mexicana es un claro ejemplo de la mezcla de diferentes culturas, las cuales son expresiones propias de los diversos pueblos del país que se transmiten en nuestra música tradicional. ¿Quién no al escuchar una canción mexicana, refiriéndome principalmente al género ranchero clásico, no se siente involucrado con las letras? O esa frase de "sin maíz no hay país", es una frase tan acertada porque nos remonta a nuestra época prehispánica, porque esa es nuestra historia, el maíz unificó regiones y prefiguró a nuestra identidad.

Otra de nuestras frases típicas es: "si no pica no sabe", así decimos la mayoría de los mexicanos, también nuestra cocina es una expresión del barroco y del mestizaje indígena, es además, algo que forma parte integral de nuestra identidad cultural.

Las construcciones prehispánicas, los palacios virreinales, los edificios como el de la Rectoría de la UNAM, el estadio de C.U. o el azteca, la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional, son todos símbolos de identidad nacional.

En México, los rituales ancestrales en las fiestas o ceremonias indígenas, las borracheras, las diversas fiestas, los quince años, los rezos, no son otra cosa que la identidad cultural en toda su expresión. También por otro lado las fiestas cívicas son símbolo de identidad nacional.

El neoliberalismo económico, ha impactado también a nuestra identidad cultural en la actualidad se quiere unificar a varios modelos de comportamiento a partir del concepto de un mercado mundial.

La pérdida de la identidad cultural, comienza con el desgaste de la memoria colectiva, aunque frente a este mundo banal, nuestra identidad cultural es sólida y no tiene gran competencia, el neoliberalismo tiene su estrategia ideológica en complicidad con los gobiernos que influye al final en nuestras actitudes y pensamientos.

Nuestra memoria colectiva tiene que tener plasticidad y recordar nuestras raíces, nuestra biografía, nuestros comienzos, nuestras guerras, nuestros movimientos sociales, nuestro carácter irónico, nuestro ingenio popular, además de nuestro sarcasmo, también e incluso nuestro humor tan arraigado que nos hace más llevadera nuestra peculiar vida, nuestros colores, sabores y olores, todo nuestro lenguaje popular. Porque somos por decirlo de una manera, una fotografía multicolor pero con vida propia.

Por todo esto decimos ¡Viva México!, viva nuestra identidad cultural, viva nuestra gente y sus raíces.

Hasta pronto y que su corazón siempre este contento.