Lunes, 29 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 05 de Abril al 11 de Abril de 2024

Hasta alcanzar la meta

Hasta alcanzar la meta

Rodolfo del Ángel del Ángel



La vida de discípulos de Jesús es semejante a una carrera. El apóstol Pablo en su carta a los filipenses nos da una serie de instrucciones respecto a cómo debemos correrla de tal manera que obtengamos el premio. Pablo vivió en medio de la cultura griega que creó los juegos olímpicos y valoraba las hazañas atléticas, sabía muy bien que para poder competir y alcanzar la gloria en el estado obteniendo el premio, los atletas debían cumplir con una disciplina exigente, ejercitándose de manera constante. La vida cristiana demanda esta clase de entrega y dedicación y aún mucho más, considerando que el galardón al que aspiramos es la gloria misma en comunión eterna con Cristo Jesús. Lo primero que nos dice es que debemos renunciar a la pretensión de haber alcanzado ya la meta. No hay atajos hacia el final. ¡No recibiremos el galardón sin haber realizado todo el recorrido! La vida de santidad es un llamado constante hacia la perfección en Cristo. Nadie puede decir mientras está en la carrera que ya la alcanzó. Tal actitud es una pretensión que, ciertamente, impide que el carácter de Cristo se forme en nosotros. Es necesario avanzar cada día en esa dirección; no llegaremos sino hasta el final cuando el Señor nos llame a su gloria eterna.

Correr la carrera exige también olvidar, ciertamente, lo que queda atrás. El inmovilismo y los retrocesos que resultan de vivir de las falsas glorias del pasado nos impiden avanzar. Pablo recuerda todo aquello que era antes de que Cristo lo encontrara a la mitad del camino a Damasco para transformarlo. Había poseído todo aquello que el mundo llama grandeza: poder, prestigio, influencia, y aun un sentido de rectitud personal que le hacía pensar que su vida era justa ante Dios. Todo eso, nos dice el apóstol, ahora lo tengo por basura. Ninguna gloria de este mundo puede compararse con el poder de la vida resucitada y las riquezas de gracia, perdón y vida que encontramos en el Hijo de Dios. Pretender vivir de las glorias del pasado es cargar un pesado lastre que nos impide avanzar y del cual Cristo nos ha hecho libres. Finalmente, el apóstol nos aconseja fijar nuestra mirada hacia adelante, en dirección a la meta. Que nada nos detenga o nos distraiga; un pequeño gesto, una mirada en otra dirección y nos habremos despistado. La competencia no es contra otros corredores, sino con nosotros mismos, con nuestros temores y ambiciones vanas, nuestras vacilaciones y pruebas. Si, ciertamente en el trayecto todo nuestro ser será puesto a prueba en la competencia más decisiva y desafiante, por momentos la fatiga nos vencerá y aún desearemos abandonar la carrera, pero no nos detengamos. Miremos hacia adelante donde Cristo nos aguarda para entregarnos el galardón eterno. Llegaremos a pesar de las difíciles pruebas porque Cristo que ya ha triunfado nos acompaña y el poder de su Espíritu nos sostiene. Los tiempos ha sido difíciles, pero este año se abre delante de nosotros como una nueva oportunidad y llamado. Mantengamos firme nuestra esperanza, no pensemos lo que nos traerá el mañana. Mañana Dios estará con nosotros como esta hoy. Mantengámonos en la carrera corriendo de manera gozosa y resuelta que, por la gracia de Dios, alcanzaremos la meta.

 


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