Jueves, 18 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 09 de Abril al 15 de Abril de 2021

Nuestra gran oportunidad

Nuestra gran oportunidad

Rodolfo del Ángel del Ángel



Ante los terribles acontecimientos de los que escuchamos cotidianamente en los noticieros de lo que sucede en nuestro país, nos quedamos sin palabras. La indescriptible crueldad que produce muerte parece no tener límite. Algo seriamente está afectando a nuestra sociedad. Lo preocupante no es sólo la violencia en sí misma, lo es también el hecho de que hemos perdido la capacidad de indignación frente al mal. Ciertamente lamentamos lo que sucede, pero continuamos nuestras vidas sin reflexionar en el hecho de que es ya hora de comenzar a hacer algo en serio para hacer frente a toda esa maldad que nos rodea y nos amenaza. Ciertamente, no están en nuestras manos las instituciones de seguridad y de justicia, tampoco aquellas que dictan las leyes y establecen castigos para quienes quebrantan la ley, sin embargo, si es nuestra responsabilidad como ciudadanos ser más participativos, estar atentos y hacer escuchar nuestra voz por el bien de nuestras familias.

Hay tanto por hacer y no debemos desalentarnos frente al mal del mundo que parece ganar la partida. Nuestro compromiso cristiano incluye el compromiso ciudadano de procurar el bien común. Pero creo que, ante toda esta tragedia y pecado del mundo, debemos ir más profundo, a la raíz del asunto. Las personas abusivas, violentas y homicidas no se hacen en el vacío. Nacen de unos padres, se crían en un entorno y se forman dentro de un contexto social. La Biblia nos enseña que nacemos pecadores, con un germen de desobediencia y rebeldía que se manifiesta gradualmente en abierto desafío a Dios. El desamor, el abandono, el ambiente plagado de abuso y una sociedad que justifica la violencia son solamente el caldo de cultivo para el criminal del mañana.

Necesitamos urgentemente volver a la familia, poner a Cristo como el fundamente de toda relación significativa. Necesitamos hogares en los cuales se cultive el amor, la reverencia a Dios, los valores de la fe. Hogares en los cuales los padres cuiden y eduquen de manera consistente y se constituyan en modelos vivos de todo aquello que esperan de sus hijos.

El hogar es ese espacio privilegiado e insustituible que Dios ha creado para formar a las personas. Dos valores fundamentales deben ser transmitidos a nuestros hijos: la honra a Dios como fundamento de todas las relaciones, y el valor de la vida humana que debe ser respetada y alentada de todas las formas posibles. Desde luego que nuestra tarea como padres no es sencilla, y menos en estos tiempos, pero ese tiempo de formación, en tanto ellos están bajo nuestro cuidado, es decisivo y es lo que hará la diferencia en sus vidas más allá del tiempo que nosotros estemos en este mundo.

Todos quisiéramos hacer un mundo mejor para nuestros hijos, y allanar su camino para que nada les haga daño. Estamos conscientes que poco es lo que podemos hacer al respecto. No debemos dejar de intentarlo, como cristiano estamos llamados a ser una influencia transformadora en la sociedad. Nuestra gran oportunidad está en casa, es ahora. Cerremos filas en torno a la familia, construyamos una fortaleza de fe, de unión y de amor para nuestros hijos, de tal manera que, llegado el momento, lleven consigo la presencia de Dios en sus vidas que les haga victoriosos frente a toda batalla.

 


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