Semana del 06 de Marzo al 12 de Marzo de 2020

Señor, en tí confío

Señor, en tí confío

Rodolfo del Ángel del Ángel

Los cristianos estamos siempre hablando de confianza y de fe en Dios, pero, tal como es natural cuando nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos se ven amenazadas somos presos del temor. Tal parece que todo lo que saben acerca de la confianza en Dios y de la manera cómo él cuida de la vida de sus hijos, de pronto disipara. No desesperemos si nos ocurre así. Dios sabe bien que aún tenemos mucho que aprender acerca de su cuidado y su presencia protectora en nuestra vida.

¿Recuerda usted cuando era niño y una tormenta con sus truenos y relámpagos estremecedores le despertaba en medio de la noche? Corría inmediatamente a buscar el refugio y la protección de sus padres. ¿Cuál es su actitud cuando esto mismo ocurre ahora con sus hijos? Los abraza, les explica que nada va a pasar, que están seguros, que las tormentas ocurren pero pasan. La tormenta puede seguir toda la noche, pero sus hijos se sienten protegidos estando al lado de sus papás ¡Cómo si nosotros como padres fuéramos omnipotentes!

La confianza no quiere decir que las tormentas no ocurren, quiere decir que no estamos solos, hay una presencia que significa cuidado y protección.

Él papá mira a su hijo temblando y asustado, desde su condición de adulto sabe que no puede evitarle al hijo pasar por experiencias así, pero sabe, también, que ese momento pasará aunque a su hijo le parezca interminable y así, mientras ocurre, le da a su hijo su abrazo y su presencia.

A veces corremos asustados buscando el refugio de Dios en medio de circunstancias difíciles, al hacerlo, lo primero que tenemos que tener presente es que ¡Él realmente está allí!, nos mira, nos escucha, se da cuenta por lo que estamos pasando, luego él nos abraza, nos da su presencia, nos dice: “Ya pasará”. Él, desde su omnipotencia realmente puede cuidarnos y defendernos. ¡Su poder es más real que cualquier situación amenazante en nuestra vida!

Él mal no triunfará definitivamente sobre nosotros, la maldad no nos destruirá, pasaremos por las tormentas de la vida amparados por su presencia. En su amor, él es protección, fidelidad, sustento, fortaleza para sus hijos.

En estos días difíciles que vivimos he vuelto a la lectura de los salmos y he redescubierto el mensaje de confianza que muchos de ellos exhiben frente a las adversidades y peligros de la vida.
Unas de las palabras que me han inspirado mucho por estos días son las del salmo 57:1-3.

Las comparto con usted: “Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos, clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece. Él enviará desde los cielos, y me salvará de la infamia del que me acosa; Dios enviará su misericordia y su verdad”.

¿Dígame, entonces, si no hay motivo para confiar en Dios?