Semana del 15 de Septiembre al 21 de Septiembre de 2016

Ser como niños

Ser como niños

Rodolfo del Ángel del Ángel

Con frecuencia me he sentido un mal papá porque muchas de las memorias y vivencias de cuando mis hijos eran pequeños se han ido borrando con el tiempo. A veces mi esposa me refiere algunos de los momentos infantiles de mis hijos y me esfuerzo inútilmente por recordar tratando de hacerme una imagen mental del hecho. No obstante, hay algunos recuerdos que se han quedado conmigo y me acompañarán por siempre. En cierta ocasión, visitábamos a una familia de la iglesia, naturalmente mi esposa, como toda madre de hijos pequeños, llevaba consigo todo lo necesario ´para cambiar y alimentar a los chicos. Mi hijo menor, Josué David, que apenas tenía poco más de un año, le tocaba tomar su biberón. Mi esposa lo preparó y se lo dio. Estábamos en el patio conversando, él se tendió muy feliz sobre el piso a tomarlo. Yo lo observaba. . . su carita infantil reflejaba satisfacción y contentamiento ¡Que poco necesita un niño para ser realmente feliz! Sólo a sus padres cerca, y la satisfacción de sus necesidades más básicas.

Crecemos y perdemos aquel bienestar infantil de vivir despreocupadamente sólo el presente, ser alegres, espontáneos, expresivos y confiados, siendo felices solamente con lo necesario.

Pienso en el hecho de que, frecuentemente, estoy insatisfecho, preocupado y ajeno a los placeres y las bendiciones de ser un hijo de Dios. Incapaz de disfrutar de manera auténtica las buenas cosas que se nos conceden.

Jesús nos llama a la confianza y a la fe cuando dice en el Sermón de la Montaña: "El Padre Celestial sabe de que cosas tienen necesidad" (Mateo 6:32b).

Viene a mi memoria el rostro hermoso de mi pequeño hijo bebiendo alegremente su biberón: El mundo es perfecto para él, no necesita más que la alegría plena del momento que vive, no se preocupa por la comida de mañana, o si le faltará ropa o techo, para eso tiene a sus padres, él es un ser feliz y confiado. Es entonces que comprendo las palabras de Jesús: "Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos" (Mateo 18:3).