Jueves, 18 de Abril de 2024
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SAMUEL ROA BOTELLO

Opinión

Se acerca el día

Por Héctor de Luna Espinosa

En cierta ocasión le llevaron un ciego a Jesús rogándole que le tocase (Marcos 8:22-26). La Biblia registra que tomó de la mano al ciego y lo llevó fuera de la aldea. Luego, hizo algo que en nuestra cultura actual pareciera ser indebido o poco ortodoxo. Jesús le escupió los ojos.

Lo repito por si no le diste suficiente importancia y lo pongo en mayúsculas, JESUS ESCUPIÓ AL CIEGO.

Esa creencia no es tan extraña si tenemos presente que nuestro primer instinto es meternos en la boca o chupar una cortada o una quemadura para aliviar el dolor.

Luego, continua el relato Bíblico, Jesús le puso las manos encima y le preguntó si veía algo.

Marcos 8:24 El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.

25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

De donde podemos sacar varias enseñanzas, por ejemplo, ¿Por qué Jesús tocó al hombre dos veces antes que pudiera ver? Este milagro no era difícil para Jesús, pero quiso hacerlo por etapas, quizás para mostrar a los discípulos que algunas sanidades serían graduales y no instantáneas, o para demostrar que la verdad espiritual no siempre se percibe con claridad desde el principio. Sin embargo, antes que Jesús se fuera, el hombre se sanó por completo.

Otro punto a resaltar es que los amigos que llevaron al ciego a Cristo demostraron tener fe y además, supieron a quién acudir para obtener un milagro.

No sabemos la razón que tuvo nuestro Señor Jesucristo para emplear los medios especiales que usó al hacer el milagro. Una palabra de los labios de nuestro Señor, o el contacto de su mano, hubiera sido suficiente para producir la cura; pero vemos que Jesús toma al ciego de la mano, lo lleva fuera de la aldea, le escupe en los ojos, le impone las manos, y entonces es que recobra la vista. No importa los medios sino el resultado final, que un ciego fue curado milagrosamente. El Señor no se limita a usar siempre los mismos métodos. No perdamos de vista que el Señor es soberano y puede utilizar diferentes instrumentos. Su poder no tiene límites.

Debemos observar especialmente en este pasaje que la cura que nuestro Señor hizo del ciego fue gradual: no se vio libre de su ceguera inmediatamente, sino

por etapas. Pudo haberla hecho instantáneamente, pero prefirió hacerla paso a paso. El ciego dijo primero que veía tan solo a los hombres como árboles que caminaban. Recobró después completamente la vista y vio a todos claramente. Bajo este respecto, este milagro no se parece a ningún otro.

Debemos ver esta restauración gradual de la vista como una ilustración de lo que nos sucede cuando venimos a Cristo. Todos somos por naturaleza ciegos espirituales, sin embargo, Dios nos llama de las tinieblas a Su luz admirable para que hablemos de Él.

1Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

Sacarnos de las tinieblas implica un proceso, y al ir acercándonos a la luz, la oscuridad se irá atenuando. Comenzaremos viendo borroso (viendo a los hombres como árboles que andan) pero luego llegaremos a ver claramente. En dicho proceso aprenderemos a ver cada vez más claramente, como cuando acaba la noche y empieza el día.

Romanos 13:12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.

Salgamos de las tinieblas, avancemos hacia la luz. Jesús es la Luz. Sigamos a Jesús

Juan 8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Oración:

Señor Jesús, renuncio a las obras de las tinieblas, te pido perdón por haber participado en ellas. Ayúdame a salir de la oscuridad sin importar el método y proceso que decidas usar. Hoy decido seguirte a ti que eres la LUZ. Sé mi Señor. Ayúdame a ver. Y úsame para anunciar Tus virtudes, que otros puedan ser tocados y también puedan ver. Amén.


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