En la zona centro, para ser más exactos en la calle Hidalgo, un número significativo de pedigüeños se ha estado concentrando en puntos estratégicos, pocos son de esta ciudad y otros más su apariencia y su forma de vestir, se delata que su necesidad viene viajando kilómetros atrás, son los pedigüeños de temporada decembrina.

“Una ayuda por favor”, se escucha detrás de mi espalda a una pequeña voz de niña, a la cual ya le raspaba la garganta, por tanto, estar pidiendo a quien se le atravesare a su paso me vuelve a insistir, “Una ayuda por favor”.

Apenas si pudo mover mi playera con su pequeña mano, volteo, la observo y le comento ¿Quieres desayunar?... No señor mi mamá me espera, gracias y enseguida se hecha a correr a los brazos de una mujer mal vestida, sucia y con otro niño en manos me lanza una mirada de desconfianza, toma de la mano a la pequeña y enfila al extremo de la otra acera, la moneda que quería de mi bolsa la quería convertir en alimento y no quiso ayudarle.

Prosigo mi camino por la avenida hidalgo y ahora comienzo a ver lo que se escondía en la selva tupida de la prisa urbana de la ciudad, más y más pedigüeños, ¿Sera acaso epidemia?...

Al respecto el Obispo de la Diócesis de Valles Monseñor Roberto Octavio Balmori Cinta cree que, si existe la necesidad y no es malo ayudar, al contrario, es bueno me dice, pero aún es más bueno promover la acción social, organizarse en comunidad y grupos para conocer lo que necesita este grupo vulnerable, “No solo es darles una moneda y me desatiendo” aconsejó.

Si bien estas personas que vemos de paso no piden por necesidad, más bien por negocio, ya que están muy bien entrenadas para pedir dinero y llegan justo en tiempo de mayor circulante en la ciudad, detrás de ellas existe algo muy oscuro y perverso, que la propia autoridad no investiga, no castiga por miedo, por corrupción o complicidad, lo cierto es que mientras exista necesidad habrá quien se aproveche y quien ayude de buen corazón.